¿Faltan conductores o falta humanidad?

Comienza ya a cansar un poco eso de que faltan conductores, tanto en el transporte de mercancías por carretera, como en el de transporte de viajeros en autobús. Sobre todo, cuando parece que de repente se fuera a terminar el mundo y sea más urgente que nunca eso de la conducción autónoma. Por eso la pregunta ¿Faltan conductores o falta humanidad?

Uno que está al volante cada día laborable, que baja de la cabina para hablar y escuchar a unos y a otros, -también a las conductoras, que no quiero que me llamen machista-; que le gusta estar informado de la actualidad, aparte de observar la realidad; sinceramente creo que lo que le falta al transporte por carretera, no son conductores, le faltan empresarios que vean en el trabajador a una persona, en definitiva, falta humanidad; me explico…

Aquellas empresas que son plenamente conscientes de que el capital más importante de una empresa, son las personas, sencillamente porque las máquinas cumplen una función concreta, que en este caso, todavía no pueden ser sustituidas por las personas, en su gran mayoría, esas empresas, decía, raramente se ven en la necesidad de buscar conductores. Es más, en una gran mayoría de casos el relevo del personal al volante, una vez que se jubilan, lo cubren con familiares directos de los que se van o con recomendados por su profesionalidad.

Luego el problema de la falta de conductores lo tienen aquellos empresarios, que no son en realidad profesionales, que no saben que las empresas son las personas, que una empresa es como una trainera a remo, en el que todos tiene que remar al mismo ritmo y en la misma dirección, y el que lleva el timón tiene que saber hacerlo, porque si alguien rema fuera de ritmo o el que dirige la trainera no sabe hacerlo, acabarán dirigiéndose en una dirección equivocada o naufragando.

Tampoco se trata aquí de tener que mimar al conductor al máximo, no sea que se resfríe, cada uno tiene que ser plenamente consciente de su papel dentro de la empresa. Porque las empresas se tienen para ganar dinero, pero cada uno en su justa medida. Con lo que ahora viene el primer problema, el del dinero.

No se puede estar todo el día llorando: «que hay mucha competencia», «que los viajes son penosos», «que se trabaja por debajo de tarifa y si no tragas tienes el camión parado». Estos son los problemas de los empresarios, ellos tienen la llave y el poder para hacerse respetar como empresarios, para ponerse de acuerdo en subir el precio de los transportes, para valorar su trabajo como se merece. Asociaciones tienen de sobra, si no lo hacen ellos saben muy bien porqué.

No me vale ahora eso de la deslocalización de empresas o lo de las empresas buzón. Que se miren muchos de esos empresarios cuando fueron los primeros en deslocalizar sus empresas. ¿Ya nadie de se acuerda de las matriculaciones masivas en Portugal? ¿Han perdido la memoria las que abrían sedes en los países de Europa del Este? Menos hipocresía, ellos crearon la selva, recogieron beneficios fiscales, daban camiones a finales de los 90 y de principios del 2000 a cualquiera que tuviera carné de conducir. Miraban con desprecio a los conductores españoles«Por lo que cuesta un conductor español tengo dos rumanos en el camión«, esa frase la escuché muchas veces, ¿Ahora qué? Lo del dicho: «de aquellos polvos estos lodos».

Pero no solo en aquellos años, ahora el transporte está mucho más atomizado, las matriculaciones siguen subiendo, las exigencias medioambientales requieren camiones menos contaminantes y aquella generación de la que formo parte, que amábamos los camiones desde niños, ahora nos toca jubilarnos, que esa es otra; despues de 40 años al volante no tenemos derecho a jubilarnos a los 60 años, con las espaldas molidas, cuando si lo tienen funcionarios y demás con menos años. Ahora se tiene menos amor por el volante. Los camiones y los autobuses son afortunadamente mucho más cómodos y seguros, pero siguen necesitando a una persona al volante. Pero aún así se sigue maltratando a los conductores, pagándoles sueldos que equivalen a menos de lo que se ganaba a finales de los 90 y principios del 2000, pero con muchísima más presión, porque faltan verdaderos empresarios que no tienen lo que hay que tener para cobrar por sus transportes lo que valen, pero además no tienen humanidad. Los jóvenes no quieren pasar días y semanas fuera de sus casas para que, a la hora de hacer cuentas, cobren menos que en otro trabajo diferente.

Esos, que me perdone quien se pueda sentir ofendido, no son empresarios, son industriales que ven en el trabajador una pieza más de la máquina, un número al que explotar, mintiendo, mal pagando, dejándoles tirados, arrastrando chatarra, contratando transportes multirrebotados de grandes empresas o de bolsas de carga con cotización a la baja, creadas por cerebritos que idearon una aplicación, montaron una oficina para enriquecerse, pero que cuando van por las carreteras en sus «jodeteuves» y adelantan un vehículo más grande, que se llama camión o autobús no tienen la menor idea de lo que es.

Ayer, sin ir más lejos, me contaba un compañero indignado como su anterior jefe con el que está en juicios, le trató de la manera más miserable. Aparcó el camión en un polígono industrial de Barberá del Vallés, «a la puerta del cliente», como le gustaba decir al «jefe», por llamarle de una manera suave, se va a cenar, después de toda la semana sin poder meter comida caliente en el cuerpo, al volver dos «menas» le atracan, se resiste, pelea como puede, tan solo consiguen llevarle el reloj, todo esto mientras hablaba por telefono con su mujer, queda herido, la ropa destrozada, lleno de golpes. Vuelve a la cabina y la primera llamada que recibe es la de la mujer de su jefe, le pregunta si está «aparcado a la puerta del cliente», le confirma que sí, le cuenta que le acaban de atracar y ella ni se inmuta, como si le acabara de decir que ha estornudado.

Desgraciadamente no puedo decir el nombre de la empresa porque están en vía judicial por el despido. Pero la pregunta me lleva otra vez al principio ¿Faltan conductores o falta humanidad? Ustedes mismo.¡¡¡¡BUENA RUTA!!!!.

Foto: Archivo

¿De verdad el transporte interesa a los políticos y a la prensa?

En un año como este 2.019, cargado de elecciones generales, autonómicas, municipales y europeas; en las que nuestros oídos se han tenido que acostumbrar, o no tanto, a discursos, proclamas de todo tipo, y una llamada generalizada por todos los partidos políticos, a las urnas, poco o nada hemos oído hablar del transporte y sus problemas, tanto actuales como futuros, que lo son, y muchos.

Este país nuestro ya se ha acostumbrado a una realidad, más o menos cotidiana, con política por todas partes y de todo tipo, con noticias que llaman más o menos la atención de oyentes y telespectadores, pero siempre con esa particularidad única que tienen todos los medios informativos en España, en los que las noticias de hoy son olvidadas al día siguiente, o cuando otro titular llamativo y espectacular tapa al resto.

Poco o nada han recogido, más allá de los accidentes en los que está implicado un camión. Hoy mismo no puedo por menos de sorprenderme, por la absoluta ignorancia de los periodistas. Incapaces de distinguir entre un camionero y un transportista.

Metiéndonos a todos en el mismo saco con la polémica de la reforma del ROTT, y la exigencia de poseer el título de F.P. o el Bachillerato para acceder, los aspirantes nuevos, al título de transportista, que faculta al poseedor del mismo para ejercer como nuevo empresario a la profesión. Pero no para los conductores profesionales, que bastante tienen con gastarse el dinero en adquirir los diferentes carnets, acompañados del correspondiente curso de capacitación profesional (CAP). Mezclándolo todo con la falta de conductores, dicen que 15.000. 

Olvidándose, interesadamente, o no, de los bajos sueldos y las condiciones de trabajo. Dias, semanas y meses fuera de casa. Principalmente para que a, aquellos «antonios» que ahora mismo viajan rumbo a las vacaciones, nos vean como un estorbo en las carreteras. Porque cogen el automóvil una vez al año para viajes largos. Mientras nosotros nos quedamos obligatoriamente aparcados para que ellos circulen. Como si todo lo que llevan en el maletero, lo que compren por el camino y a su llegada a destino, se lo hubieran llevado para ellos en exclusiva en helicópteros.

Del mismo modo que no se arma cualquier revuelo correspondiente en esos programas de la televisión sensacionalista de las mañanas. No sea que vayan a perder audiencia, y manden a un reportero a preguntarle directamente a los camioneros.

Tranquilos compañeros de la ruta. Que todavía no veremos a un/a periodista subido en la cabina de un camión pasando penalidades diarias a nuestro lado. Mostrando a esos «antonios» la verdad. Si, que también somos personas, tenemos familias y vidas, que viven con la mima pasión e incertidumbre nuestros problemas, eso sí, en tiempo real.

Tranquilos, que pocos homenajes veremos a los compañeros fallecidos, auténticos profesionales del volante, cuando tristemente nos dejan, ya sea por un lamentable accidente o una enfermedad propia de nuestros años en las carretera; en esos canales sensacionalistas de las televisiones.

Eso sí, primará mucho más los dimes y diretes de famosillos de «bragueta», como la Belén Esteban, o la boda de un futbolista con una modelo y presentadora. De esas y esos que ahora se han convertido en «Influencers» o «Youtubers», porque graban al minuto sus vidas y las cargan en redes sociales con productos que se convierten milagrosamente en «tendencia».

Ironías aparte, como camionero que está cada día subido en un camión, que ve y siente en sus propias carnes los problemas que padecemos por todas partes, no solo los propios, también los del resto de compañeros de carretera. Uno, puesto a comparar unas noticias con las otras, no puede por menos de sentir cierta vergüenza ajena, de cómo esta esté país nuestro, en todos los aspectos.

Dejando de un lado la corrupción y el que aparezcan Pilatos por todas partes lavándose las manos públicamente, creo que es de recibo que también se nos dedique a nosotros al menos diez minutos en los informativos, o por parte de algún político. Para que los camioneros seamos noticia no solo por los accidentes, también por los robos, que todos somos víctimas de ellos, la falta de seguridad en aparcamientos por falta de vigilancia, tanto pública como privada y todo lo demás.

Que el personal anda muy cabreado últimamente. El día menos pensado nos levantaremos con una noticia trágica, en la que algún compañero harto de padecerlos, acabada su paciencia, hastiado de la poca vigilancia en aparcamientos y áreas de descanso, se tomará la justicia por su mano. Que conste que, a pesar de todo, yo no deseo que ocurra, pero tal y como está el panorama, cualquier cosa puede ser posible.

Del mismo modo que vemos noticias que, hasta nos pueden provocar risa, del tipo: “Conductor multado por no guardar la distancia de seguridad al adelantar a un perro”, que sí, que es real, no me la invento, al igual que otras absurdas en su contenido, también se podían tomarse la molestia los periodistas, que ejercen como tal, de dedicar alguno de sus trabajos a la otra parte del transporte.

La que sufre el cabotaje despiadado por parte, no solo de las empresas de los países del Este, también aparentemente nacionales, dispuestas a quedarse con todo, con sueldos de miseria y conductores como esclavos viviendo meses en una cabina por toda Europa sin visitar sus casas, incluso haciendo del camión su vivienda permanente, tan solo para engordar las cuentas de resultados de las multinacionales del sector.

Convertidos como todos en un número más, tele-dirigido vía GPS con control permanente, incluso hasta para que no se haga ni un kilómetro de más, ni consuman un litro más de gasóleo del que sus empresas les marcan como obligatorios.

Es tal el desconocimiento de la población sobre la realidad del transporte que uno alucina, tal vez porque los ciudadanos siempre tienen en las estanterías todo lo que quieran comprar. Si algún día no hay un producto determinado, seguramente será porque el camión no llegó a tiempo en unos horarios marcados por otros, pero así todo en la cadena del consumo, tanto en supermercados, fabricas, hospitales y demás.

Que alguien imagine que ocurriría si cada día no saliéramos a la carretera con nuestros camiones, que piense en el caos correspondiente. Pero no solo los ciudadanos de a pie, también los políticos. Por cierto, entre los primeros también estaría ese tipo de prensa que nos utiliza interesadamente, pero equivocada e ignorante. Incapaces de distinguir entre un camionero, un transportista y una empresa de transportes.

Carta de un camionero a la recepcionista de un almacén de distribución

@Camioneroleones.- Estimada y desconocida -por el nombre-, recepcionista de noche de un gran almacén de distribución, perteneciente a una multinacional española, con colores corporativos verde esperanza y naranja: Espero que al recibo de la presente, por ser de día, haya tenido “usted” una noche agitada en la que no pudiera parar de trabajar, ni para tomarse el descanso del bocadillo.

Esto, dicho sin ironía, es porque creo que es lo que realmente se merece, sobre todo a tenor de su comportamiento prepotente, maleducado, propio de alguien con una educación nula e inexistente. Al menos esa es la impresión que me ha dado las dos veces que he tenido la desgracia de acudir al centro distribuidor en el que usted emplea sus noches, para descargar sus frustraciones, no sólo conmigo, también con más camioneros, y me consta lo que digo.

Imagino que su jefe supremo, el señor Juan José Roig Alfonso, cuando allá por el año 1977, desde el negocio de carne que regentaban sus padres y el de ultramarinos, decidió crecer y crear la marca que le ha convertido en líder de la distribución y venta en España, nunca, ni en lo más remoto de su mente pudo pensar que alguno de sus futuros empleados, hiciera uso de esa soberbia y prepotencia de cara al público.

Ni mucho menos, que tratara a una parte tan importante y fundamental de su negocio, como son los conductores y camioneros que distribuyen por todo el país y Portugal sus productos, como si fueran sus esclavos. Eso, “estimada desconocida”, es lo que usted hace cada noche, cuando se esconde perpetrada en la garita de entrada de la gran superficie en ese páramo que hace unos años tan solo producía cardos, malas hierbas y poco más.

No sé, porque lo desconozco, si sus padres gastaron algún dinero en su educación y estudios, pero sí lo hicieron, deberían reclamar el dinero gastado con usted. Sencillamente porque educación y comportamientos cívicos por su parte: Nulos. Formación: La justa y necesaria. No se que proceso de selección pasó. Pero demuestra con su comportamiento diario que quien se lo hizo pocos tests empleo.

Lo digo porque podría usted comportarse como una persona normal. Primero: Respondiendo al saludo de ¡Buenas noches!. Segundo, guardándose esa sonrisa de “dueña del corral”, cuando se pasa por el arco del triunfo la hora programada y escrita en la hoja de ruta del proveedor para la descarga, para imponer la suya propia, de acuerdo con la “amistad o simpatía” que pueda tener con quien conduce el camión. Me consta, repito que es así, que no solo lo ha hecho con este camionero que la escribe, sino también con muchos otros compañeros de ruta.

Eso, “señora”, permita que le diga que huele muy mal, a compadreo. Pero además dá una malisima imagen de la empresa para la que trabaja. Sencillamente porque este “Camionero en ruta”, tiene la suerte o la desgracia, de conocer todos los centros de distribución de su empresa a lo largo de la piel de toro, llamada también España. Puedo decir muy alto que, fuera a parte de tener que cargar o descargar en ellos, que no es el caso, a la llegada a la “garita”, recepción o caseta de control, -llámelo como quiera-, en todos, siempre me he encontrado a personas educadas y amables desde el primer día.

Le puedo asegurar y demostrar, que son muchos años de continuas visitas a esos centros. Pero mire por donde, tan sólo en el que usted trabaja y cuando se encuentra ocupando el puesto de trabajo por el que el señor Juan José Roig Alfonso, le paga religiosamente, me he encontrado, curiosamente, malos modos, mala educación, prepotencia y comportamientos propios detrás de su sonrisa de satisfacción cuando sabe que va a hacer daño, sin dignarse tan siquiera, repito una vez más, en responder al saludo de llegada y limitándose a sentenciar: “Esto es para mañana a las diez, me da igual la hora que digas, déjame tu teléfono y ya te llamaremos, aparca y no se te ocurra preguntar en los muelles”.

Sencillamente lamentable, propio de alguien que se cree la dueña y señora del negocio. Dando una malísima imagen de empresa. Porque de cara a todos aquellos camioneros a los que usted maltrata con su comportamiento, de sus familias y amigos, la imagen de esa cadena de alimentación nacional que aspira a expandirse también al resto de la Península Ibérica, es “usted”.

Como esas familias también comen, dejarán de entrar en sus tiendas, lo comentarán con sus amistades y la bola seguirá creciendo. Algo que seguramente a Don Juan José Roig Alfonso, no le hará mucha gracia. Por lo tanto, nada más, “estimada”, a pesar de todo, lamentable recepcionista siga así, que va “usted” por el camino equivocado. ¡Que pena!, sobre todo porque si los camioneros no transportáramos cada día todo lo que le rodea y consume, su vida sí que sería muy, muy lamentable y desgraciada.

Permítame que no me despida, porque para mi desgracia y la de mis compañeros si alguien, con poder en el caso no lo remedia, tendremos que seguirla sufriendo. Por el contrario, para todos mis compañeros de profesión mis mejores deseos y como siempre ¡¡¡¡BUENA RUTA!!!!.

Foto: Archivo