¿Jubilación a los 60 años para los conductores profesionales?

¿Jubilación a los 60 años para los conductores profesionales? Me preguntaba un tanto escéptico el otro día el trabajador de una empresa de logística del almacén de una importante empresa multinacional. Como si le parecieran extrañas las demandas de los conductores profesionales del transporte de mercancías por carretera y de viajeros, que aseguraba haber leído en las últimas semanas.

– ¡Pues sí!, -le contesté, claro que es justo y necesario que camioneros que llevan, en su grán mayoría desde que tenían poco más de 21 años, subidos a un camión realizando rutas de transporte nacional e internacional. Jubilación a los 60 años para ellos que han pasado por sus manos, desde aquellos incómodos camiones de los años 80, -comparados con los de la actualidad-, pero no solo por eso.

También porque, en la grán mayoría de los casos que conozco, sus cuerpos son un cúmulo de dolores fruto de «las burradas» hechas en la juventud, cuando se tiene la sensación de poder con todo. Sobre todo en aquellos años, que ahora le sonaran a «chino cantonés» a más de uno, aquello de quitar y poner lonas, desmontar arquillos y barras, abrir laterales y estibar la mercancía bien asegurada para que no hubiera problemas en el viaje, y vuelta a montar todo otra vez antes de arrancar el camión.

Cargar de cualquier forma en los lugares más variados, para circular por aquellas carreteras de entonces, en las que los baches formaban una parte mayoritaria del asfalto, con la espalda soportándolo todo. Recuerdo años de ruta fija Madrid-Zaragoza ida y vuelta, en ruta nocturna, en la que mi distracción favorita para que no se hiciera pesado el viaje, era contar los baches de la carretera por tramos en ambas direcciones, sumarlos y pasadas unas semanas, vuelta a contar de nuevo.

Pero no solo los baches, ni los camiones y remolques de aquellos años. También por los desfases horarios que siempre han existido, la alimentación y todo lo que conlleva esta profesión. Camioneros con exceso de peso, los pulmones y el cuerpo hartos de tabaco y café para pasar las horas. Trabajo duro y constante por eso tan nuestro, que llevamos en la sangre, de llegar a destino de carga o descarga, de cumplir como caballeros de la carretera y todo lo que cada cual quiera añadir a sus circunstancias particulares.

Es indignante hasta el extremo que en otras profesiones, que todos conocemos, con mucho menor desgaste físico, se concedan jubilaciones anticipadas antes de cumplidos los 60 años. Es indignante que tribunales médicos encargados de conceder incapacidades más que merecidas; se la nieguen a camioneros y conductores profesionales que acumulan dolencias y enfermedades crónicas.

Camioneros que llevan en sus cabinas un botiquín con el que aplacar enfermedades y dolencias, con el consiguiente riesgo que suponen los efectos secundarios de esas medicaciones. Camioneros que a estas horas deberían estar acompañados en sus cabinas por jóvenes a los que enseñaran todo lo que saben de la profesión, que es mucho. Pero sin que esos nuevos y futuros camioneros no fueran explotados con sueldos y condiciones laborales miserables, sino con incentivos que les hicieran amar la profesión aunque, en principio no la llevaran en la sangre, como otros.

¿Qué futuro le espera al transporte de mercancías por carretera y de viajeros en España, si no se estimula y se promociona la incorporación de trabajadores jóvenes?, ¿Qué futuro le espera a ambos sectores del transporte cuando se jubilen los camioneros y conductores que nacieron en las décadas de finales de los 50 y los 60 del siglo pasado?, ¿Dónde tienen la visión de ese futuro las asociaciones empresariales del transporte de ambos sectores?, ¿A qué espera este Gobierno y los futuros para dar salida a la creciente demanda de profesionales del volante?

Que alguien me responda a estas preguntas porque yo, sinceramente no las encuentro respuesta, por más que miro la actualidad. No se trata solo de adelantar la edad para conseguir los correspondientes carnets profesionales. También se trata, y mucho, de estimular a las nuevas generaciones. Que no abandonen a los cuatro días de haberse subido a un camión o a un autobús. Que no se sientan explotados y despreciados, que se sientan valorados y motivados.

Que se profesionalice la profesión con la suficiente formación para adaptarse a las nuevas y constantes evoluciones tecnológicas. Que se forme con las condiciones adecuadas en todos los aspectos. Porque el transporte de mercancías y de viajeros es esencial y primordial para la sociedad y la economía de un país.

Mientras todo lo anterior y lo que me dejo en el tintero, no se cumpla, el futuro es negro. Porque esta sociedad tan ciega junto con este Gobierno y los futuros, desconocen absolutamente la realidad del sector. No saben o no quieren saber la verdad. Total, mientras sigamos mal tirando ¿Qué mas da? Pero no es ni tiene que ser así. Mirar para otro lado, poner parches y nunca soluciones a la realidad es ser absolutamente ciego, o casi.

Los camioneros y conductores profesionales que nacieron en las décadas que citaba antes, están hartos, pero aguantan esperando y rezando por llegar a la edad legal de jubilación. Resignados de pelear. Mientras desgraciada y fatalmente se incrementan cada semana las muertes de compañeros, no solo en accidente, muchos de ellos por infartos y muertes repentinas en sus cabinas o casas. Sencillamente bochornoso. Pero de todos es sabido que los gobiernos están a lo suyo, y de los sindicatos, pues tres cuartos de lo mismo.

Como siempre, ¡¡¡¡Buena ruta!!!!

Autor original: El camionero en ruta en Diario de Transporte

 

Me duele en el alma la provincia de León que veo

Después de muchos meses sin escribir en el blog, no he podido por menos de volver a hacerlo sobre la provincia de León, no solo por ser la provincia en la que nací y en la que vivo después de muchos años fuera de ella, de muchos kilómetros sobre las espaldas al volante de un camión por España y Europa pero, sobre todo, de haber llevado siempre con orgullo en las diferentes cabinas que habité en los viajes, la bandera o las banderas de León, porque fueron más de una al tener que sustituirlas cuando perdían el color original.

Ahora, en plena segunda oleada de esta maldita pandemia que nos trae a todos de cabeza y que desgraciadamente se está cobrando demasiadas vidas. Ahora, veo una provincia de León sumida en la mayor de las depresiones, del olvido y con un futuro incierto, del que nadie sabe como saldremos y seguiremos cuando todo este drama sanitario termine, que terminará.

Veo una provincia, una vez más -y ya van tantas y tantas-, olvidada y abandonada a la suerte de un futuro nada bueno, por esos políticos propios y ajenos, que siempre han traicionado a la provincia leonesa. Eso sí, con grandes discursos hipócritas y cínicos con palabras que dicen justamente lo contrario de lo que son sus hechos y realidades posteriores. Políticos con esa especie de «complejo de inferioridad trasnochada», acusando siempre a la Junta de Valladolid de todos los males que padece la provincia.

Pero absoluta y totalmente incapaces de hacer un ejercicio de dignidad y de honradez, para reconocer que las culpas es muy posible que no sean todas de la Junta castellana, pero sí muchas de ellas de nuestros políticos provinciales que no son capaces de hacerse valer como Dios manda ante los que rigen los destinos de los leoneses en Valladolid y en Madrid.

Muchas declaraciones rimbombantes, mucha «mesa por Leon», mucho paripe y demostraciones falsas de que para ellos lo primero somos los leoneses, pero los datos demográficos, económicos, empresariales y reales, dicen justamente todo lo contrario, en todos los aspectos.

Sabido es que estos políticos de León pierden el culo por hacerse la foto y salir en los medios, hacer declaraciones, decir a los cuatro vientos que León tiene que recuperar su esencia auténtica, mucho sumarse a iniciativas más o menos independentistas contra Castilla, mucho paripé. Pero muy poco, o nada, de apoyar al empresariado leones, fomentar el emprendimiento en las zonas rurales, nada de mejorar las comunicaciones por Internet, nada de iniciativas auténticamente basadas en mejorar la calidad y la promoción de las empresas de la provincia para que sean competitivas a nivel nacional e internacional.

Mucho menos, absolutamente nada de plantar cara de una maltita vez a todos y cada uno de los problemas que están llevando a esta provincia a tener una población envejecida. Nada de retener con ayudas y promoción a la juventud leonesa, a la que no le queda otra salida que terminar emigrando desencantada con su propia tierra. Eso sí, si por una casualidad, fruto de su esfuerzo y promocionados como Dios manda, lejos de León triunfan y se hacen famosos. Tranquilos que entonces, esos políticos cobardes perderán el culo por hacerse la foto con ellos, decir que son leoneses y hasta les darán premios, hipócritamente una vez más, después de haberles obligado a emigrar.

Asi que, señores políticos leoneses de todos los colores: Hagan un ejercicio limpio y sincero de conciencia sobre su forma de actuar, pongan sé las pilas de una maldita vez; dejen a un lado ese «complejo de inferioridad» ante Valladolid y Madrid. Apoyen económica y moralmente a esos jóvenes emprendedores y más que preparados para que se queden en León, denlo todo por las empresas y las gentes de la provincia. Consigan que los que emigraron vuelvan a la tierra que les vio nacer con toda su experiencia personal y laboral, para que esta provincia vuelva a ganar en población y riqueza, en lugar de esta sangría poblacional y económica.

Porque de lo contrario, León terminará siendo únicamente un lugar de turismo telemático, que tendrá como lema de promoción: «Aquí hubo hace años…»

Foto: Archivo Diario de un camionero leonés

 

Los políticos leoneses no quieren a la juventud en los pueblos

Si, como suena, así de duro, así de cruel es la realidad, que nadie se rasgue las vestiduras: «Los políticos leoneses no quieren a la juventud en los pueblos». No me duelen prendas al escribirlo, es más, soy repetitivo otra vez, para no variar, y lo hago con pleno conocimiento de causa.

No quieren a la juventud en los pueblos, sencillamente por muchos motivos:

No hacen nada, absolutamente nada, por modernizar las comunicaciones, sobre todo de Internet, para ellos lo único a lo que se puede dedicar la gente de los pueblos es a la agricultura y la ganadería. ¡Dios les libre de tomar la iniciativa de hacer algo on-line, de emprender con las nuevas tecnologías!, que ya no son tan nuevas; eso que ni se le ocurra, porque se van a encontrar con tarifas y precios similares a los que pagan los madrileños, por ejemplo, en plena Gran Via, pero con la cobertura y los servicios del país más retrasado del mundo.

Ante esto, lo políticos leoneses, lo único que harán es hablarte con terminología palabrería demagógica, diciendo y mintiendo conscientemente, mientras piensan lo contrario y te miran como a un ser de otro planeta. ¿Internet? ¡Por favor!, ¿Qué estás pidiendo?, ¿Serás osado?, ¡Eso nunca jamás!. Para ellos Internet es el demonio, el diablo y el enemigo que te puede dar conocimiento, progreso, ideas revolucionarias, proyectos diabólicos alejados de criar ganado o trabajar las tierras…. ¿Será atrevido el joven este?, ¿Qué se habrá pensado que León en la sede de Google?, ¡Que se vaya a León que allí tiene el Incibe, o como mucho en Armunia que allí hay fibra óptica, pero en un pueblo jamás!

En los pueblos que se conformen con poder hablar por telefono los dias que haya cobertura, la señal como mucho 3G, el 4G para unos pocos privilegiados, con el 2G les sobra, si hay averías que se busquen la vida, con la fibra óptica en los pueblos ¡Ni soñando!, eso no trae más que problemas y perdición. La información, el progreso tecnológico, lo de emprender en otras cosas que no sean animales o campo, eso es cosa de comunistas revolucionarios. ¡Ni hablar!. El joven que no esté contento ¡Que se vaya, y si es lejos de la provincia mejor, aquí no queremos revolucionarios, con los ancianos nos sobra, que no dan problemas y además son los votantes más fieles!.

Sí que nadie se alarme, esto anterior es la pura y dura realidad de cómo piensan los políticos leoneses. Eso sí, son los primeros en sacar a relucir sus complejos de inferioridad y sumisión ante la Junta en Valladolid y el Gobierno en Madrid, mientras la población de la provincia sigue mermando, envejeciéndose y resignándose a lo que hay. Triste y dura realidad, pero tal y como suena.

Asi, que el único desahogo que queda es este, escribir sobre la realidad, aparte de ello, solo hay una solución si no quereis resignaros, terminar emigrando fuera de la provincia, volver solo en vacaciones y decir, bien alto y con orgullo, que a pesar de los políticos leoneses, te sientes mucho más leonés que ellos.

Foto: Archivo

 

De villanos a héroes por una crisis. «El camionero en ruta». Opinión

@Camioneroleones.-  Hoy me he permitido la licencia, previa pedida del permiso correspondiente del autor, de trasladar a este blog, el artículo de opinión del colaborador habitual de Diario de Transporte «El camionero en ruta», para que los seguidores de mi blog, conozcan la situación real por la que están atravesando los conductores de camiones y autobuses, como consecuencia de la crisis mundial por el coronavirus.

Ese es el texto integro del artículo de opinión de hoy del autor antes citado, publicado en Diario de Transporte: 

«Es triste, muy triste, que como consecuencia de la crisis mundial causada por la pandemia del coronavirus o covid-19, de pronto, los conductores de camiones y autobuses, junto con los taxistas, hemos pasado de villanos a héroes, como si antes no fuéramos los mismos, esos que, sobre todo en el transporte de mercancías por carretera, eramos molestos a los ojos de gobernantes ignorantes y ciudadanos ansiosos por llegar a sus destinos vacacionales.

Es triste, muy triste, que ahora resultemos imprescindibles para una sociedad, porque ¡¡Milagro!!, ahora se han dado cuenta los mismos que nos demonizaban, que sin nuestro trabajo al volante sus vidas están perdidas. Sin nosotros no tienen esa necesidad imperiosa de acumular papel higiénico en sus casas, aunque todavía no se muy bien para qué, tal vez sea para poder limpiarse el miedo de esta psicosis colectiva y neurótica causada por la crisis de este virus.

Pero análisis médicos aparte, me indigna que, además, los conductores de camiones y autobuses, seamos, de pronto, considerados como «personal de bajo riesgo», lo mismo que los son las personas que forman parte de los colectivos laborales como Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, personal médico y sanitarios, conductores de ambulancias o de asistencia sanitaria. Como si nuestro organismo no pudiera ser contagiado por el dichoso virus.

Es triste, muy triste que, de pronto, como por arte de magia y de extrema necesidad, hoy el Boletín Oficial del Estado, publicara una Resolución de la Dirección General de Transportes, por la que se anulaban los artículos del Reglamento 561/2006 que regulan los tiempos de conducción y descanso de los conductores de camiones y autobuses, cuando tengan que circular con sus vehículos por las zonas declaradas de «alto o medio riesgo» por el coronavirus. Ahora sí que no somos villanos, de pronto nos hemos convertido en héroes por conveniencia de gobernantes y por necesidad de aquellos que nos demonizan en las carreteras en épocas vacacionales, puentes y fines de semana.

Precisamente los mismos que hacen todo lo posible, legal y con presiones, para apartarnos de las carreteras y dejarnos tirados en cualquier lado, para que ellos puedan llegar cómodamente a sus destinos, no sea que pierdan la oportunidad de poder poner su toalla a las 6 de la mañana en primera linea de playa, o llegar con sus coches oficiales a reuniones politices y personales cómodamente instalados en el asiento trasero, pero con el más absoluto desconocimiento del trabajo y la realidad diaria de los conductores de camiones y autobuses.

Es triste, muy triste, que hoy 14 de marzo de 2020, en plena crisis y psicosis colectiva, los camioneros y conductores de autobús se encuentren tirados en las carreteras, con restaurantes y establecimientos hoteleros cerrados, en los que no pueden comer, cenar o acudir al baño para las más básicas necesidades higiénicas. 

Pero eso si, no olvidemos que hemos sido declarados personal laboral de «bajo riesgo» y tenemos que saltarnos los tiempos de conducción y descanso para llevar mercancías a los grandes almacenes de distribución, no sea que los ciudadanos alarmados no tengan «papel higiénico», o los viajeros no puedan llegar a sus destinos para «aislarse en las zonas rurales»; porque, esa es otra, ahora los de los pueblos y zonas costeras, ya nos somos «unos paletos», y tenemos que recibir a los histéricos ciudadanos de la ciudades que huyen de las grandes urbes con riesgo de contagio, para refugiarse en aquellas zonas de España donde el aire es puro.

Es triste, muy triste, que una vez pasada esta crisis, volvamos nuevamente a ser molestos en las carretera, y nos vuelvan a obligar a aparcar nuestros camiones en cualquier lugar de «mala muerte», para que ellos puedan llegar a primera hora de la madrugada a pelearse para poner la toalla en «primera línea de playa».

En fin, esperemos que una vez pasada esta crisis sanitaria del coronavirus, no se olviden de que hemos sido imprescindibles para la sociedad, y se tenga mucho más en cuenta nuestra profesión y nuestro trabajo como conductores de camiones y autobuses, para que, al menos, se dignifique nuestra profesión, laboral y socialmente como se merece.

No quiero terminar sin mandar desde estas humildes líneas un enorme abrazo y apoyo absolutamente solidarios, a todos los conductores de los dos sectores del transporte por carretera, que en estos momentos están dando todo lo mejor de ellos mismos al volante, para seguir siendo los profesionales que siempre han sido y siempre serán. Para ellos, ahora más que nunca: ¡¡¡¡BUENA RUTA!!!!».

Foto: Archivo Camioneroleones

 

Llegar 42 años tarde, es difícil, pero no imposible

Las nuevas peticiones, declaraciones, mociones municipales y reivindicaciones para que León, Zamora y Salamanca tengan reconocida su propia autonomía como País Leonés, desgraciadamente llegan 42 años tarde, demasiado tarde, lo cual convierte todo esto en que sea casi imposible que se haga realidad pero, como todo en esta vida, no es imposible.

Llega 42 años tarde porque cuando en el año 1978 se constituyó la pre-autonomía de Castilla y León, una vez más, para no variar, los políticos que entonces estaban electos en las tres provincias, miraron para otro lado. Especialmente los de la provincia leonesa, con Rodolfo Martin Villa al frente, entonces Ministro de Interior, curiosamente nacido en Santa Maria del Páramo.

Una vez más, León mira para otro lado, se somete con esa especie de «complejo de inferioridad» a los gobernantes que no viven en la provincia, y ahora parece que han despertado 42 años después, para darse cuenta de que las tres provincias han sido desmanteladas, la población ha envejecido, los jóvenes continúan marchándose y, ahora ya formamos parte de esa denominación que no me gusta nada y que se ha puesto de moda: «la España vaciada».

¿Vaciada de qué? Vaciada de ideas, de proyectos que tengan futuro, de mirar únicamente a las zonas rurales como si todos fuéramos agricultores y ganaderos, con infraestructuras viarias, de comunicación telefónica y digital tercermundistas, de desmantelamiento de la sanidad rural de una forma despiadada, sin alternativas reales y fiscales que estimulen a esos jóvenes a quedarse e intentar progresar en la tierra que nacieron, y todo lo demás, en una España de las autonomías, que en muchos casos lo que han hecho es crear nuevos centralismos.

Sobre todo en aquellas autonomías que engloban muchas provincias, sino que les pregunten a los habitantes no solo de León, también de Cuenca, Teruel, Almeria, Orense, Lugo, Salamanca, Soria, Segovia o Zamora, -por citar solo algunos ejemplos-, qué piensan del trato que reciben de sus gobernantes autonómicos.

No es que esté en contra de las Comunidades Autónomas, ni mucho menos, que no se rasgue las vestiduras nadie, tan solo se trata de reflejar una realidad. En el caso de Castilla y León, uno de los  problemas es esa «Y griega«, que sangra a los leoneses. Ya no se dice o escribe en muchos casos «castellanos y leoneses» o «Castilla y León», sino «castellanoleoneses o Castilla León. Pero no es tan solo una cuestión semántica. Desgraciadamente, es mucho más que eso, ni tampoco esa especie de complejo de inferioridad con respecto a Valladolid.

La realidad industrial, poblacional y palpable es que en esta Comunidad Autónoma, solo prima en intereses económicos, políticos y de futuro, el eje Valladolid, Palencia, Burgos. El resto desmantelado industrial y poblacional, lenta y dolorosamente.

Ante esta nueva reivindicación de una autonomía propia, que está muy bien, han surgido voces políticas y absolutamente ignorantes que producen vergüenza ajena. El ex-presidente de la Castilla-La Mancha José Bono Martínez afirmó: «No se pueden crear nuevas fronteras en Cataluña y León». Mire usted señor Bono: Los leoneses no quieren la independencia de España, nos sentimos muy españoles y no queremos un país propio. Tan solo pedimos, entre otras muchas cosas, que las tres provincias tengan futuro, que no sigan desmanteladas, olvidadas cada día más, que las personas que vivimos en las zonas rurales deseemos y luchemos por quedarnos en ellas porque vemos futuro, no solo para nosotros, principalmente para nuestros hijos.

Que no nos entren ganas de marchar porque pagamos más impuestos que los habitantes de las ciudades, pero recibimos unos servicios, repito, tercermundistas. No es justo que una persona que vive en la meseta o en la montaña, ya sea leonesa, de El Bierzo, Zamorana o de Salamanca pague, por ejemplo, más que un habitante de La Castellana en Madrid por tener cobertura 3G en el telefono, como mínimo, para luego no tener cobertura o quedarse semanas sin ella.

No es justo que paguemos los mismos o más impuestos que un habitante de Madrid capital, Valladolid, Barcelona o cualquier otra ciudad, para que se desmantele sin piedad y por puros intereses económicos la sanidad. No es justo que ahora, nuestros mayores se tengan que subir a un autobús y recorrer, como mínimo, 35 kilómetros para ser atendido por un médico. No es justo que no haya hospitales comarcales y tengamos que vernos obligados a masificar las urgencias de los hospitales de las ciudades. No es justo que no se estimule fiscalmente a los jóvenes para que inviertan y creen riqueza y empleo en las zonas rurales. No es justo que desde que tienen conciencia de la realidad que ven a diario, su única meta sea salir de la tierra que les vio nacer.

Podría seguir alargando las injusticias, pero las anteriores son tan solo unos ejemplos. Que les quede claro a los políticos de Salamanca, Zamora y León, sean del partido que sean, que no se puede intentar convencer con mentiras en campañas electorales, para terminadas estas, seguir haciendo lo mismo que sus antecesores, mirar para otro lado. Así que, aunque las reivindicaciones de una autonomía propia para las tres provincias, llegue 42 años tarde, el descontento social de los ciudadanos que las habitamos, puede dar un vuelco radical y convertir esas demandas en una realidad, porque el deber principal de un gobernante es hace realidad las demandas de los ciudadanos que les votaron. Pero si no lo hacen, la solución es muy fácil, se cambian democráticamente por otros que se dejen la piel en hacerlas realidad.

Foto: Archivo