Si en algo destacamos en este país, es en ese arte único de quejarnos de todo, de lo divino y de lo humano, de echar las culpas de nuestros males a cualquiera con tal de no asumir nunca, o casi nunca, culpas propias, en esa particularidad única e irrepetible que tenemos de echar balones fuera. Por supuesto en el transporte no podíamos ser menos. Que si la culpa de todo la tiene el gobierno de turno, que si nos han mangoneado siempre, que si los que dirigen el transporte solo se preocupan de lo suyo, y todo así.
Pero a la hora de la verdad, a la de dar la cara, la cosa cambia radicalmente. Ahí si que somos los especialistas mundiales números uno.Que sean otros los que den la cara, los que se mojen, los que propongan soluciones, que ya nos encargaremos de poner las piedras oportunas en su camino, de cuestionar todo lo cuestionable y mas. Que nunca nos daremos por satisfechos, porque hagan lo que hagan nunca sera a gusto de todos. Siempre saltara el toca pelotas de turno que le dará una y mil vueltas, pero nunca sera el que tome la iniciativa de dar el la cara. Que eso ya es otra cosa muy diferente. No vaya a ser que vengan las cosas mal, que pinten bastos y se lleve los palos oportunos por parte de quien sea.
Porque en esta España nuestra hay muchísimo especialista en eso de «Nadar y guardar la ropa». Porque si alguien en el uso de su derecho a opinar en publico y en privado levanta la voz, rápidamente se le cuestionara lo que sea necesario y mas acusándole, si hace falta, de intentar ocupar sillones y puestos para vivir del cuento a costa del resto. Porque en nuestra naturaleza hispana no entra en ninguna cabeza que pueda haber alguien honrado, tal vez sea por tanto desengaño acumulado a lo largo de los años.
Somos incansables en eso de marear la perdiz, de darle vueltas y vueltas al mismo tema, recordando miles de veces el pasado, de contar nuestras penas públicamente. Pero perdemos el tiempo en cuestionar todo, en poner en entredicho ideas y proyectos ajenos, buscando tres pies al gato a todo. Porque aquí el que no se define públicamente sobre ideas políticas genera desconfianza, el que no se abandera en un lado concreto ya no es de fiar. Por mucho que tenga una idea general de los problemas y por tanto de las soluciones.
Aquí hay mucho especialista en eso de dar caña a quienes defienden posiciones próximas a las nuestras, en lugar de hacerlo con quienes nos perjudican a diario y lo vienen haciendo desde hace años. Tiramos siempre con bala hacia el lugar equivocado, imaginando torcidamente acciones raras. En lugar de hacer causa común, de juntarnos solidariamente en aquello que nos puede beneficiar en conjunto, que es de lo que se trata, aunque los beneficios no sean muchos. Pero que siempre sera mucho mejor que lo que tenemos y lo que tendremos. Por ese principio lógico de la solidaridad, de la lucha en busca de una mejora colectiva.
Rápidamente hacemos bandos a nuestro favor, nos sumamos a uno o varios grupos, aunque solo sea para ver que se cuece en ellos de primera mano, que tenemos que sacar nuestras propias conclusiones. Somos mas de chismorreo de corrillo, de dimes y diretes, que de ser consecuentes con nuestros problemas y aportar soluciones que nos beneficien. Por ese egoísmo y esa independencia única que falsamente no hace sentirnos superiores, pero mas pobres aun. Basta para ello en ver cualquier acción conjunta. Capaces de que dentro de cada español haya un seleccionador nacional de fútbol, un presidente del gobierno, o un dirigente cualquiera. Pero, eso si, tan solo para decir lo que haríamos en su lugar, pero sin mojarse nunca, sin atrevernos cobardemente a dar los pasos necesarios, eso no, para eso, lo del titulo: «¡Que se mojen otros!». ¡¡¡BUENA RUTA!!!.
Nunca mejor dicho, asi actua la mayoría de los españoles, que se mojen los demás, que yo iré haciendo