Después de un año escribiendo prácticamente a diario sobre la situación del transporte en España, uno tiene la sensación de que, tal vez, no estaría de mas hacer una especie de muro de lamentaciones. Un muro en el que día día todos fuéramos incluyendo las quejas, esas que todos sabemos, cada uno con su particular verdad, concluyendo que esto no tiene remedio, -que lo tiene-, pero a ver quien es el guapo que primero le pone el cascabel al gato, el que levanta la chispa que produzca el fuego.
Los españoles, con esa particularidad que nos hace diferentes, somos mucho de quejarnos una y mil veces, si hace falta, de concluir en que esto solo tiene una solucion, que no es pacifica precisamente. De sentirnos traicionados por unos y por otros. Pero incapaces de reconocer que somos simples victimas de nuestros errores del pasado, de nuestro egoismo diario, de ir unicamente por aquello que nos interesa mas cercano. En lugar de tener una vision a largo plazo, ser solidarios por una vez para centrarnos en lo que nos pueda beneficiar con el paso del tiempo en conjunto.
Las lamentaciones las vivimos a diario, en todos y cada uno de los lugares en los que se puedan reunir uno o varios compañeros. Pero eso si, cada uno tenemos la solución, pero desde una óptica particular, en ese empeño propio y ajeno de dar, o quitar, razones. El autónomo y el pequeño empresario que se queja de como esta el transporte, afirman hasta la saciedad que los culpables son las grandes empresas de logística y distribución, pero son incapaces de reconocer que lentamente se han echado en sus manos. Han caído en su juego interesado. Llevados por una especie de supervivencia cercana, de egoísmo particular, de levantarse unos a otros los clientes, pero jamas a precios mas caros. Que si, que no se aplican los precios que serian justos. Pero sin reconocer que ellos han contribuido en el día a día a que sea así. Porque sencillamente los viajes que unos desechaban, otros estaban locos por quedarse con ellos.
Los conductores asalariados también tenemos nuestra gran parte de culpa. Nosotros mismos contribuimos a que aumentara la falta de solidaridad. Nos dejamos atrapar en la rueda del dinero. Cuando se comenzó a pagar por los kilómetros recorridos como una especie de incentivo, por mucho que fuera ilegal, nadie protesto. Ni tan siquiera los sindicatos tradicionales recurrieron a la ley por esa injusticia. Porque los trabajadores pensábamos que no era justo que el que trabajaba mas cobrara lo mismo. En lugar de buscar otras formas de primar el rendimiento en el trabajo mas equitativas.
También nosotros no dejamos atrapar en esa rueda. Ahora vienen las lamentaciones, las quejas, las constantes injusticias. La necesidad imperiosa de supervivencia, en manos del destino, de la suerte particular de tener o no trabajo, de aceptar condiciones que, hace unos años, nos hubieran parecido de autentica esclavitud. Llevados hasta unos extremos que irritan al mas guapo. Pero la realidad es la que es, cada día peor. Una realidad, tanto de unos como de otros, a la que tan solo nosotros mismos podemos ponerle remedio.
Llegados a este punto, es cuando uno a veces se pregunta si tal vez bastaría con eso, con hacer un muro de las lamentaciones, únicamente como válvula de escape; de desahogo personal y colectivo. O por el contrario no seria mejor liarse la manta a la cabeza de una maldita vez. Buscar la tan ansiada unión y comenzar todos, autónomos, pequeños empresarios y asalariados a dar los primeros pasos en el único camino que queda. El de la lucha por los intereses comunes y particulares. Que si, puedo dar la razón hasta cierto punto, a los que dicen que si a ellos no les pagan mas tampoco pueden subir sueldos. Pero aquí también habría que dejar el egoísmo colectivo a un lado, pensar que también les interesa el que los trabajadores cobren un sueldo justo, que aumente su productividad y su bienestar como empleados. Porque esta demostrado que el empleado que se siente estimulado rinde mas y mejor.
Después de todo, como siempre, esta no es mas que una reflexión personal, un punto de vista particular sobre una situación que veo como real, de ir a peor si no se remedia. Que necesita estar mas regulada y protegida y no en manos de aquellos que se acostumbran a manejarlo todo a su antojo, pensando únicamente en los beneficios económicos. ¡¡¡BUENA RUTA!!!.