¿LA PACIENCIA TIENE UN LIMITE?

A fuerza de preguntarme a diario muchas cosas, pensando en la situación del transporte en España, también me asalta la duda de saber si nuestra paciencia tiene un limite, si somos una especie de masoquistas tan particulares, dispuestos a soportar injusticias y mas injusticias, si algún día nos plantearemos seriamente cuanto estaremos capacitados para seguir empeorando. Porque todos aguantamos a diario ser tratados como alguien de los que aparentemente se pude prescindir. A fuerza de ser sumisos, por mucho que sigamos dejando salir la fuerza por la boca.

Te queda una especie de impotencia, de repetir una y mil veces las mismas palabras, como si en realidad no importara tanto nuestra situación, con esa ilusionante esperanza de que tengan que venir del Cielo las soluciones, esas que todos sabemos. Quejas y mas quejas por todas partes, que si hacen de nosotros lo que les da la gana, que si nos tienen a su antojo como almacenes ambulantes para marcarnos horarios, cargas y descargas cuando a, los que todos sabemos, les interesa. Soportando ser tratados como una especia de esclavos a su merced. No solo ya de los grandes de siempre, también de los mas pequeños, porque aquí todo el mundo parece tener derecho a hacer lo que le  de la gana con nosotros.

Los autónomos y pequeños empresarios están como están, que no es ahora cuestión de volver siempre sobre lo mismo. Los conductores asalariados, los que me afectan mas directamente; en ese continuo baile de tener que sobrevivir de algún modo, comiéndonos las entrañas y la moral ante injusticias que claman a los cuatro vientos. Porque estamos en ese punto fatídico al que nos han llevado, y hemos consentido in-solidariamente, del «Esto es lo que hay, lo tomas o lo dejas». Plenamente conscientes de que lo que podamos rechazar por injusto y vergonzante, siempre habrá alguien que, llevado por la necesidad mas imperiosa de tener que comer, el y los suyos, terminara por aceptar en contra de su voluntad mas digna.

Porque creo que ya hemos llegado a un punto en el que también tiene que tener un limite eso de «Hacer de tripas corazón». Pero no solo los trabajadores por cuenta ajena, también el resto. Uno que le gusta escribir sobre aquello que ve a diario, no solo en el trabajo, también en las situaciones ajenas. No dejo de preguntarme una y mil veces ¿Hasta donde estamos dispuestos a llegar? Si seremos capaces alguna vez de dejar las palabra a un lado, esas que pueden servir de consuelo momentáneo, y pasar a la acción.

Que no se trata, tampoco, de tener que decirle a nadie lo que tiene que hacer, porque sencillamente todos somos conscientes de los pasos a dar, tanto unos como otros. Puede que haya llegado el momento de dejar de desconfiar todos de todos, de ser un poco mas conscientes de la realidad, de saber cual es el camino. Que si, que todos sabemos los pasos a dar. Pero nunca de seguir empeorando día a día, como si con esconder la realidad, disfrazarla de mentiras de auto-consuelo para salir del paso, fuera la solución. Que no lo es, porque eso, si somos sinceros con nosotros mismos, sabemos que es un tremendo error.

Después de todo, esto, como siempre, no es mas que una reflexión personal, una inquietud que me preocupa, que hago lo posible por juntar las letras con las que expresarme mejor. Pero también padezco, en mayor o menor medida, las injusticias. Por mucho que después luche, lógicamente por mi situación particular, para que no sea tan dura como la del resto. Pero también me tengo que agarrar al volante todos los días para ganarme el pan que me alimenta. Así pues, una vez mas, me asaltan las dudas, benditas ellas, que me llevan a preguntarme ¿La paciencia tiene un limite? Y si la tiene ¿Donde esta? ¿Cuando ya sea demasiado tarde? Espero que no, que no lleguemos a un punto en el que tengamos que lamentarnos irremediablemente por aquello que pudimos hacer y no hicimos. Sencillamente porque nos hemos dejado llevar por la inercia de una profesión que se ha convertido en una jauría salvaje de supervivencia egoísta del día a día, sin pensar en el futuro, como su no hubiera un mañana, pero que lo hay, por mucho que nos pese.

¡¡¡BUENA RUTA!!!.

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