HISTORIAS DE LA CARRETERA. 7.

Dicen que el 7 es el numero de la suerte, asi que en esta septima historia de la carretera, nada mejor que dedicarsela a la persona que me metio en la vena el gasoleo y el amor a esta profesion. Una historia que hubiera preferido no tener que escribir nunca, pero el destino cruel y la muerte que siempre es injusta se llevo por delante hace ahora 10 años a mi maestro, tio carnal hemano de mi madre y padrino del que herede su nombre Julio. El fue siempre para mi el heroe admirado por encima todos, el que viajaba hacia tierras que solo estaban en mi imaginacion y que yo buscaba de niño en el mapa. El fue quien con 5 años me subio por primera vez en aquel Avia verde del almacen de frutas Sanz de Benavente con el que hacia uno o dos viajes semanales a la zona del Levante español para cargar fruta. Nunca olvidare aquel primer viaje, creo que permaneci kilometros y kilometros de aquellas carreteras de entonces de pie, con la boca abierta descubriendo un mundo totalmente desconocido para aquel niño de pueblo que lo mas lejos que habia viajado entonces era a Leon.

Recuerdo como si fuera ahora mismo un consejo que me dio cuando ya con 22 años le dije una vez mas que yo lo que queria era ser camionero. El que siempre con la boca pequeña intentaba quitarme la idea de la cabeza, pero yo veia en sus ojos el orgullo de ser el unico de la familia que estaba decidido a seguir sus pasos : «Cuando vayas por la carretera que solo se acuerden de mi hermana para decir ¡Viva la madre que te pario!. Nunca que la maldigan». El me inculco siempre que intentara  ser ante todo compañero de los demas, echar una mano a quien lo necesitara, facilitar los adelantamientos y tratar de ser un caballero en la carretera. Siempre he procurado hacerlo, seguro que alguna vez no lo cumpli, porque tambien soy humano y me equivoco, pero creo sinceramente que fue lo mejor que me han enseñado nunca.

El que cuando se caso dejo el camion por el autocar hasta que se jubilo. Maldita muerte y maldito tabaco que se lo llevo dos meses despues de cumplidos los 65. Recuerdo la ultima vez que le vi con vida, no pudo acompañarme en aquel viaje con el camion a Portugal, y bien que lo senti. Recuerdo su cara cuando estuvo comtemplando por primera vez aquella cabina del Scania 420 cabezon. Vi en sus ojos una vez mas el amor a la carretera, la emocion al contemplarme sentado al volante, y como siempre antes de despedirnos: «Nunca olvides los consejos que te dio tu tio Julio». Tres meses despues de aquel ultimo encuentro me llego la fatal noticia un sabado  de agosto como hoy. El tio Julio habia amanecido muerto -maldito tabaco- un infarto se lo llevo mientras dormia. Me costo un disgusto familiar no querer ver su feretro. Yo nunca veo los feretros, y mucho menos las caras, de las personas a las que quiero de verdad, lo miro de reojo cuando entra en la tierra. Prefiero mantener viva la imagen en la mente de la ultima vez que vi sus caras con vida. Con el se fue mi maestro, mi tio, al que dicen que me parezco en caracter. Siempre de buen humor, dispuesto a contar el ultimo chiste, seguidor del Madrid y del Atleti de Bilbao, conversador incansable, tolerante, amable y con la sonrisa en los labios. Cuando yo comence en la carretera, como se hacia antes, primero con furgoneta, luego camion de dos ejes, despues de tres y finalmente el trailer, en aquellos primeros años muchos dias nos cruzabamos en la carretera, el con el autobus, yo con lo que tocara aquel dia. Siempre era el primero en verme, el cruce de luces y el pitido. Como hacia todos los dias cuando yo estaba en el campo en aquella tierra al lado de la Nacional 630 y pasaba el con el autobus de linea de la empresa Vivas. Siempre pitaba y me saludaba. Me consta, porque me lo decia algun pasajero, que al cruzarnos en la carretera siempre decia con orgullo: «Ese es mi sobrino Julio, se le metio en la cabeza ser camionero y ahi esta». Recuerdo nuestras conversaciones a solas -siempre con el maldito tabaco de por medio- cuando le hablaba de mis viajes por Europa. De como disfruto aquella semana juntos en el Scania por Portugal y Galicia. Como no pudo evitar el mono de carretera y le tuve que dejar conducir un poco y hacer alguna maniobra.

Se que ahora esta alla donde siempre van las personas buenas, acompañado por mi padre y seguramente por el gran Cristobal. Les imagino a los tres alla arriba mirandome de vez en cuando con orgullo. Se que ellos me protegen de los peligros diarios. Que de vez en cuando suelta un comentario de los suyos el andaluz: «Mira er zagaaal como va con la lluvia, ezo ze lo enzeñe yo..» y mi padre y mi tio Julio le rien la gracia tantas veces repetida. Alla donde estes que sepas que estas siempre en mi memoria. Descansa en Paz tio.  ¡¡¡BUENA RUTA!!!.

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