HISTORIAS DE LA CARRETERA 15: CRESPO.

Hacia meses que no volvía a esta serie de Historias de la carretera. Hoy me gustaría dejar en el capitulo numero 15 la historia de alguien que aun vive. Un camionero de esos que denominamos «de antes». Crespo, concretamente Marcelino Crespo. La suya es la primer imagen que recuerdan esos ojos miopes y estos pelos grises, al volante de un camión. Una persona entregada a su profesión. Incluso ahora, cuando con 78 años en su haber, nos vemos en el bar del pueblo, siempre me habla del camión y de la carretera, y veo en sus ojos esa nostalgia de quien aun mira a la carretera cuando pasa un camión y se queda absorto imaginando que es el quien conduce.

Yo que soy de una zona que vive casi exclusivamente de la agricultura y la ganadería, recuerdo de niño como en mi pueblo había una inmensa explanada donde se recepcionaba la remolacha azucarera. Eran años en los que aun sobrevivían aquellos carreteros que con su reata de mulos transportaban lo que les encargaban. Comenzaban ya los camiones. Marcelino Crespo con su primer camión un Barreiros y su hermano con un Leyland ingles de color crema con volante a la derecha, fueron los primeros camioneros que vieron estos ojos. Yo me quedaba ensimismado mirando aquellos camiones, imaginando, ya entonces, que los conducía.

Crespo, como le conocemos todos, siempre fue camionero, hasta que se jubilo, es mas, incluso ahora disfrutando de su merecido retiro, sigue siendo camionero. De aquel primer Barreiros paso a un Pegaso Barajas que no le dio muy buen resultado, Después volvió de nuevo al Barreiros y otro nuevo fracaso en mecánica. La mala suerte que a veces se da de un camión que sale malo y ya no hay quien lo haga bueno, por mucho que lo cambie una y otra vez piezas fundamentales. Así que de nuevo al Pegaso. Al 200 de cambio de bola. El mítico «cuatro ejes»que le duro a Crespo hasta su jubilación y que aun aguanto unos cuantos años mas por esas carreteras de Dios en otras manos.

Recuerdo a Crespo venir cargado de abono mineral de aquel que ponía en los sacos «Nitrato de Chile» para descargarlo en casa de mi padre. Jamas en mi vida habían visto mis ojos tantos sacos, ademas cuando no había mas remedio que descargarlos uno a uno, porque entonces el palet de madera no existía. Del mismo modo que mas de una vez cargue aquel Pegaso cuatro ejes de remolacha, mas de una vez horca en mano junto a mis hermanos. Después ya con la pala cargadora en el frontal del tractor. Marcelino Crespo era de los que no perdía un hueco jamas en la carga. Remontaba hasta el limite de altura y sobrepasado siempre de peso. No había basculas hasta la azucarera y el cobraba por tonelada transportada.

Crespo era de esos camioneros que siempre estaban dispuestos a transportar lo que hiciera falta. Camionero de aquellos que salían a la carretera haciendo comarcal, provincial o nacional siempre pensando en hacer bien su trabajo. Respetados y respetando esas reglas no escritas de la carretera. Pero que les convertían a su vez en personas queridas y respetadas. En la carretera con las prisas justas. Porque cuando llegaba el camionero se le respetaba la llegada. Jamas nadie osaba abroncarles por un retraso. Camioneros que dormían en hostales de carretera prácticamente todos los días. No ya solo porque las cabinas no tuvieran camastros como los de ahora, también porque ese era su trabajo. Parada, cena, cama y al día siguiente mas. Después cuando ya comenzaron las cabinas a incorporar la cama, en invierno, sobre todo, sin calefactores, no había quien durmiera en ellas con aquellas heladas y nevadas invernales.

Ademas se lo podían permitir económicamente. Porque viaje terminado, viaje cobrado. En las campañas de la remolacha cobraban cuando la azucarera pagaba al agricultor, y si eran transportistas fijos para el agricultor, como mucho al final de la recolección. Nada que ver con el transporte actual. Camioneros que sabían diferenciar cualquier ruido extraño en el motor o en el camión. Capaces de diagnosticar la avería mucho mejor que un mecánico. Camioneros que cuando estaban unos días parados los dedicaban por completo al mantenimiento y puesta a punto del vehículo. Camioneros en lo que fijarse y tomar como ejemplo a seguir.

Hoy con sus 78 años veo a Marcelino Crespo muchas veces. Con su bastón caminar hasta el bar. Incluso mas de una vez jugamos la partida. Le perdono con una sonrisa sus errores con las cartas. El dice que se le va ya la memoria. Yo no termino de creérmelo del todo. Porque tiene esa picardia de despistar algun renuncio con la disculpa de la memoria y si cuela cuela. Le respeto y le admiro como le he admirado desde que era un niño. Porque yo siempre quise ser camionero y lo fui. Conversamos muchas veces siempre sobre el mismo tema. El siempre me acaba preguntando por los camiones de ahora, esos cambios automáticos, esas cabinas y todas las comodidades que al el le hubiera gustado disfrutar. Siempre terminamos hablando de aquel mítico Pegaso 200 cuatro ejes. Espero y deseo que lo sigamos haciendo durante muchísimos años. Un abrazo maestro. Como siempre ¡¡¡BUENA RUTA!!!.

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Un mensaje en “HISTORIAS DE LA CARRETERA 15: CRESPO.

  1. Solo escribo este mensaje para ratifficar lo dicho en este blog y hacer un pequeño homenaje a quien me metio ami el gusanillo de el camion . El Roxin de Llanos con el cuatro ejes de Legumbres la Asturiana . Eso eran camioneros de verdad.

Cerrado a comentarios.