CARTA A CRISTOBAL, QUE ESTA EN EL CIELO.

En estas dos ultimas jornadas laborales, ayer y hoy, todavia me queda la de llegar a casa. No se muy bien porque, o tal vez si, no he dejado de acordarme, como siempre que el tiempo es lluvioso, de mi añorado-maestro-amigo Cristobal, ese andaluz viejo, no por edad, que era de corazon joven, sino con todo el venerado respeto que de pequeño me enseñaron, -nos enseñaban- ¿Os suena eso de respetar a los mayores en edad dignidad y gobierno?. A los jovenes de ahora les sonara a chino cantones, pero no asi a los que, como yo ya peinan canas, o no, y les dan igual las arrugas de la cara, es mas, orgullosos estamos de ellas, ¡Que nos quiten lo bailao!. Bueno, que me voy por las ramas y el tronco se me escapa entre la lluvia.

Esto viene a cuento, lo de la carta, porque desde que partia del sur de Valencia, etapa en Cataluña y ahora la penultima semanal, espero. desde tierras vascas, no me ha dejado, salvo algunos instantes, la lluvia, el viento en Aragon, ¡Como caia llegando a Alsasua!, y ahora aqui en ese «chirimiri» que debebria casi formar parte del escudo de estas hermosas tierras -todas para mi lo son, solo hay que buscarles el encanto- ¡¡Como habria disfrutado el maestro!, con minusculas o las otras, conduciendo como solo a el le gustaba, con la lluvia: «Ahora zi que frena ezto de cohoness», me parece oirle todavia. Seguro que estos dos dias ha estado mirandome desde alla arriba, con el Pedro y el otro Cristobal -el patron- jugando a las cartas con un montaña de cigarrillos Habanos al lado y toneladas de cervecita fresca. Que si, que si como dicen, alla arriba la vida es eterna, no hay malditos relojes, ni calendarios, ni nada que se le parezca, que el tiempo se ha detenido, ¡Quien pudiera pararlo a su antojo!, pues eso, que las partidas de cartas tienen que durar como minimo 200 años o mas, que para eso le llaman vida eterna.

Me lo imagino distrayendo a los dos santos, incitandoles a que me miren conducir entre el viento y la tormenta. El con el cigarrillo en la boca -como tiene que ser- un ojo en la carretera y el otro, y con una mano, cambiandoles las cartas a los otros dos, es mas, seguro que como alla no hay tiempo, la baraja entera. Y justo cuando este camionero errante ha parado la burra, ellos se dieron la vuelta, antes de que reaccionaran les arrastro del baston, con un buen golpe en la mesa, que si, que fue uno de los truenos. y ante sus ojitos viejos y atonitos les canto las cuarenta y el resto, las otras sesenta. Les dejo boquiabiertos y como los dos contrincantes son santos viejos, de raza, de siglos en la partida, buena gente, ni siquiera, o si, sospecharon de Cristobal, ¿Cuantos renuncios picarescos les habra echo ya?. Seguro que ellos santos, han perdido la cuenta.

Ya me imagino al bueno de San Pedro, por eso de la antiguedad en la vida eterna, decirle al santo de los camareros, que no me acuerdo quien era, que estaria dormitando sobre la barra, o viendo la tele celestial, ¡¡Atento camarero!!!. En los proximos 2.000 años, (por poner una fecha), las rondas de birra y tabaco de Cristobal, no el santo, el otro, el andaluz, ¡¡Esas corren de mi cuenta!!. Que las anteriores rondas ya las pago su tocayo, que a este no le ganamos ni con las cartas boca arriba.

Y el viejo andaluz partiendose la caja, tirandose por el suelo celestial de la risa, pero diciendoles a los colegas: «¿No penzarei que hise trampahh?. ¿De que vaiz tioz?. Como zi no me conosieraizz joer, que zoy legaaa, zi yo como vozotroz zolo miraba ar zagal, que algo aprendio er leoneee en la ezcuela. Que no me zalio mal el alumno, mirar la reptision en la tele, zi quereii a camara lenta…¡¡¡Tampaaa yo hamaaa!. Zi no zabei jugaa, teneiii to er tiempo que queraiii y tonelaas de servesa que pagaa que yo no tengo prizaaa. Y pa que veai que zoi legaa ¡Er tabaco corre a mi cuenta!!!»

Y los dos santos se guiñan el ojo, en esa complicidad que tiene que dar tantos siglos juntos, conscientes de que el andaluz hace toda la trampas posibles, pero ellos encantados, que se lo pasan bomba jugando con el Cristobal, porque solo oir sus chistes ya merece todas las cevezas, el tabaco y para variar de vez en cuando, en una de las veces que Pedro deja la partida un momento para abrir la puerta, un cubata.

Bueno, pues estas cosas tan raras pasan por mi mente en noches lluviosas como estas. Es mas, os contare un secreto. Creo que entremezclado con la lluvia y el fuerte viento aragones, en una señal de esas enormes, vi por un leve instante la cara de Cristobal sonriendome. No se, no me hagais mucho caso, tal vez solo fue imaginacion mia, o culpa del duerme-vela. ¡¡¡¡BUENA RUTA!!!!!. 

 

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