Ayer nos volvimos a encontrar casualmente, hace mucho que nos conocemos a pesar de que la ultima vez que hablamos de lo humano y lo divino fue hace mas de cuatro años. Entonces -es curioso- yo no era para ti mas que un «pringao» que se pasaba la vida subido en un camion recorriendo España para llevarme un sueldo a casa, que por supuesto segun tu, era menor que el tuyo. Tu eras un triunfador, te levantabas todos los meses mas de 3000 euros porque eras todo un profesional del encofado, hay que reconocerte que entonces la construccion estaba en sus mejores momentos, aunque se rumoreaba una crisis en Estados Unidos.

   Pero tu eras la repanocha, currabas de lunes a viernes, dormias todos los dias en tu casa, conducias un BMW y hasta te habias comprado un chalet adosado en una de  las mejores zonas de la comarca de Pamplona. Yo para ti solo era un simple camionero que dormia muchas noches fuera y que -siempre segun tu- ganaba menos.

    Despues nos cruzamos varias veces y nos limitamos a los saludos de rigor y poco mas. He de confesarte que siempre me pareciste «un fantasma». Pero ayer te sinceraste y de verdad que dabas pena.

    La construccion se fue al garete, fuiste perdiendo ingresos y trabajos, incluso hay quien te debe dinero y nunca cobraras, ya no llevas el BMW, ahora una vieja furgoneta, te esta ayudando la familia a pagar la hipoteca y a comer, te gastaste parte del dienero que te quedaba en sacarte el carnet de trayler. Ahora vienes a pedirme, casi implorando, que si me entero de alguien que te pueda dar trabajo que te avise. Que como no tienes experiencia con el camion no te dan trabajo. Que si puedes venir conmigo unas semanas para aprender. En fin, que ahora no soy ya un «pringao». Soy un tio de puta madre que siempre tuvo trabajo. Pero tu contruiste castillos en el aire y ahora amenazas ruina.

   ¿Que quieres que te diga?. Suele pasar, cuando se escupe hacia arriba termina cayendote el escupitajo en toda la cara.

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