Cuando me da un momento de esos de bajón por el trabajo siempre acabo pensando lo mismo, que no tengo motivo para quejarme, porque al fin y al cabo me dedico a lo que quise. Yo desde pequeño quería ser camionero. Recuerdo cuando con apenas 8 años viajaba con mi tío Julio en aquel Avia verde, íbamos a la zona de Valencia a cargar fruta. De lo orgulloso que iba yo sentado en aquel asiento. Fue entonces cuando decidí que yo seria camionero.
Tuve oportunidades a lo largo de mi vida de dedicarme a otras profesiones menos sufridas, pero me salí con la mía; conducir un camión como era mi objetivo. Cierto es que yo guardaba desde mi niñez aquella imagen del camionero de antes, respetado y valorado. No como ahora que somos los últimos monos de esta profesión. Siempre puteados por jefes y cargadores, culpables siempre de todo lo malo, sea culpa nuestra o no. Esclavos del reloj y de los horarios imposibles de cumplir a los que se comprometen otros que no tienen ni idea de lo que es este trabajo. Pasamos muchos días lejos de casa y de la familia, acarreamos enfermedades profesionales que nunca se reconocen como tal, y pagamos muy caro con nuestra salud el dedicarnos a esto sin que nos sea reconocido como se merece. Pero aun así continuamos, parecemos masoquistas.
Yo empece en esta profesión desde abajo hace ya mas 33 años, primero con una furgoneta, pasando a vehículos mas grandes, hasta terminar desde hace 26 conduciendo un trailer, de ellos mas de 15 haciendo internacional por toda Europa. En todos estos años han sido ya unos cuantos millones de kilómetros. He visto evolucionar esta profesión para peor, Por supuesto que me ha pasado de todo -y lo que me queda-. Por el camino se han quedado dos visitas para verle las barbas a San Pedro y los cuernos a Satanás. Pero como no me quisieron ni en un lado ni en el otro, aquí sigo. Arrastro como muchos un divorcio en el que tuvo su parte de culpa el camión. Los consiguientes problemas de salud, dolores de espalda y de cervicales, trastornos del sueño, tabaquismo y alguno mas que saldrá a medida que vayan pasando los años.
Como todos en este trabajo, muchas veces me han dado ganas de prenderle fuego al camión, o de dejarlo todo y dedicarme a otra cosa. Pero eso es en los momentos malos. Porque cuando te corre el gasóleo por las venas ya estas enganchado a este trabajo para siempre como si se tratara de una droga que no puedes dejar. Es mas, cuando llevo mas de 15 días de vacaciones ya estoy echando de menos la carretera, comienzo a dormir mal y se que es porque me falta el ruido del frigorífico al dormirme. Así que la mejor forma de paliar el «mono» es volver a la carretera. Lamento muchísimas veces que nunca hayamos sido capaces los conductores asalariados de unirnos para luchar por nuestros derechos, cada día mas pisoteados, de conseguir hacer de esta profesión un trabajo digno. Pero desgraciadamente somos así, mucho de quejarnos en las barras de los bares o cuando nos reunimos unos cuantos en las esperas, pero nada mas, incapaces de hacer nada. Pero esto es lo que hay y lamentablemente tenemos que seguir adelante, por ese afán único de supervivencia diaria, sin quejarnos, porque siempre recibes la misma respuesta: «Esto es lo que hay, lo tomas o lo dejas». Y si lo dejas siempre habrá alguien dispuesto a hacer lo que sea por llevarse un trozo de pan a casa. Así que no queda mas que aguantar, aunque pienso continuar peleando por que esta situación que sufrimos algún día podamos cambiarla, al menos para que nos quede la satisfacción personal de haberlo intentado con todas nuestras fuerzas, porque de lo contrario, si seguimos así, continuaremos siendo esclavos de nuestras propias circunstancias, por dejadez, o por haber consentido, sin hacer nada, que continúen haciendo de nosotros lo que les de la gana.
Así pues, esta reflexión es únicamente para recordarme a mi mismo, en esos momentos de bajón, que si, que yo quería ser camionero, y lo conseguí. Ahora me pregunto ¿Porque no seremos capaces de conseguir mejorar este hermoso trabajo? Tal vez, o no tanto, los únicos culpables de todo esto seamos nosotros mismos. Como siempre ¡¡¡BUENA RUTA!!!.
Poco más que añadir