Escuchando, mas que viendo, el discurso del rey en ese tradicional discurso de Nochebuena en el que todos los años acostumbra a dirigirse a los españoles que libremente deciden aguantar su monologo debidamente preparado por toda una corte de asesores de todo tipo cuyo sueldo -no olvidemos- sale de nuestros impuestos. Me di cuenta de que al monarca le afectan los años y por lo tanto, una de dos, o a perdido reflejos, que si tenemos en cuenta su caidas ya estaban muy mermados, o por el contrario, sigue al igual que el gobierno, en esa nube tan particular en la que se acomodan politicos y gobernantes y que les aleja cada vez mas de los ciudadanos de a pie. Esto viene a cuento -de Navidad macabra- porque mis oidos no oyeron en ningun momento a Juan Carlos I referirse a la corrupcion politica, de los banqueros y expresidentes de cajas de ahorro que se lo llevaban crudo y por toda la cara trapicheando descaradamente entre sus amigos, haciendo y deshaciendo a su libre albedrio mientras desahuciaban a probres ciudadanos que no podian frente a sus hipotecas porque antes de pagar al banco tenian la mala costumbre de comer y alimentar a su familia.
Pero, como no podia ser menos, ni hablar, ni la mas minima referencia a la que en su dia fue su hija favorita. Si esa de ,la sonrisa forzada cuando se ve rodeada de periodistas, impasible el ademan y convenientemente rodeada de forzudos guardaespaldas dispuestos a alejar a esos incomodos periodistas que tambien tienen la fea costumbre de preguntar -aunque sin mucho exito-. Si, querido vecino, esa que se caso con el jugador de balonmano que todas las madres de este pais veian como el yerno ideal, pero que nos salio rana y detras de ese porte, ese caminar chulesco y prepotente, con la mirada siempre altiva cual torero en la mejor de sus faenas, cuando entraba en la Audiencia Provincial de Palma. El «Duque-em-pal-ma-do», que se lo llevaba crudo en actos con politicos corruptos a los que se les hacia el culo cocacola cada vez que se veian al lado de la infanta que no se enteraba de nada y el porte de su marido cargado de masters previamente comprados.
No creo que haga falta decir nombres, pero lo que realmente me jode es que al monarca se le llene la boca en su discurso navideño para hablar de dialogo y concordia, de unidad de todos los españoles y de igualdad de todos los ciudadanos, pero yo me pregunto ¿Igualdad para quien?. ¿Para el resto de humildes ciudadanos?, pero no para su hija y su yerno que en cualquier democracia autentica ya llevarian años en la carcel. Por supuesto tampoco para los banqueros y los politicos que robaron mientras le bailaban el aire a el y a su familia. ¡QUE PAIS!!.