En esto de la democracia personalmente creo que, en lineas generales, estamos un poco cortos en este país nuestro. Así que tampoco nosotros los profesionales del volante podemos sentirnos mejor que el resto de la sociedad. Tal vez sea porque arrastramos históricamente 40 años de dictadura y pasamos de la noche a la mañana a la democracia, a la libertad mal interpretada, de ahí al insulto y la descalificacion cuando no nos interesan las opiniones ajenas, o están en contra de nuestros objetivos. En lugar de debatir sin ser testarudos y empeñados permanentemente en tener razón y declarar enemigos acerrimos a quienes no nos la dan.
Luego a la hora de estar en un colectivo, entiéndase organización sindical o política, grupo de facebook, o cualquier red social; da la sensación de que hay personas que se transforman como poseídas por un afán de controlar organizaciones ajenas a sus principios, a su verdadera profesión. Intentando hasta la necedad de dinamitar aquello que va directamente contra sus intereses profesionales y económicos. A mi que no me vengan con cuentos ni milongas. En la carretera estamos todos -hasta aquí de acuerdo- pero no es lo mismo ser un autónomo con un camión que un empleado de aquel que tiene dos camiones. Por una regla muy sencilla. El autónomo tiene la libertad de mandar a un cliente a freír espárragos si no le carga a tiempo, no le paga, o lo que sea. Yo como conductor no tengo esa libertad. Me tengo que comer las uñas si me toca esperar, no puedo enfrentarme con el cliente si mi jefe es un cobarde que no da la cara. Todos los asalariados hemos pasado en algún momento por aquello de : » Hablo con ellos y ahora te llamo». Pero la llamada nunca llega y la espera continua, ¿O no?
Pues ya no somos iguales, por lo tanto no podemos defender los mismos intereses. Si podemos luchar juntos por la dignidad de la profesión en muchos otros aspectos, pero en los laborales si no hay acuerdo por ambas partes ya estamos en confrontación directa. Lo ideal seria que tanto el empresario -aquel que tiene dos camiones ya lo es- como el conductor fuéramos todos profesionales de verdad. Que los dos sectores tuviéramos muy claros nuestros derechos y obligaciones. Los respetáramos y ambos trabajáramos cumpliendo la ley a rajatabla. Esa seria la única forma en la que las reglas fueran para todos iguales. Nadie jugaría con las cartas marcadas, ni hiciera trampas a nadie. A partir de ahí que aquel que fuera mas profesional que se llevara los consiguientes beneficios económicos.
Tal y como ocurre en otros sectores. Que el cliente, quien contrata el transporte, también supiera valorar la calidad del servicio, contratara en consecuencia. Aquellos que no lo fueran sobran en el mercado y en la profesión, que se dediquen a otra cosa. No me valen esos empresarios que tienen una empresa de transporte por la misma regla de tres que podrían haber tenido una polleria. Como tampoco me valen los conductores que se consideran profesionales y mejor estarían tirando piedras al rio hasta que lo taparan, porque esto no es lo suyo. Están por obligación de supervivencia, no por amor a la profesión y todo lo que conlleva.
De todas las formas de gobierno que conozco la democracia es la menos mala. Otra cosa muy diferente es que la corrompan aquellos que no son demócratas. Los que solo buscan el beneficio económico a costa de la buena voluntad del resto. Metiendo las narices allá donde huelen dinero, control y poder. Esos no son demócratas, son unos sinvergüenzas a los que hay que expulsar entre todos. Sencillamente porque la mejor hoja de reclamaciones que se puede hacer es la de los votos en una urna. Esos dejan muy claro a quien quieren y a quien no las personas que con su voto dan la mayoría. Que es siempre la mitad mas uno como mínimo. No me valen los cínicos que se visten de demócratas y llaman dictadores a quienes no les dan la razón frente a la mayoría. Lo que se unen a grupos para meter cizaña sin declarar antes públicamente quienes son y que objetivos persiguen.
No me gustan las personas que se esconden detrás de perfiles falsos, sumándose a grupos para hacer bulto y tocar las pelotas al resto, ya sea para alegrar su aburrida vida, sembrar dudas, generar polémicas inútiles e intentar dividir o sacar provecho: aunque sea poniéndose medallas que no les pertenecen en justicia. Eso es cobardía por encima de todo. Así lo pienso y creo. Evidentemente como siempre allá la conciencia y la interpretación capertovetonica de cada uno. ¡¡¡BUENA RUTA!!!.
mas clro el agua
mas claro el agua