Hoy en leido en la prensa un articulo en el que el portavoz de Jueces Para la Democracia denunciaba que el nuevo codigo penal impuesto a golpe de mayoria absoluta por el ministro de justicia Alberto Ruiz Gallardon penalizaba con penas que van desde los tres a los seis meses de carcel y con las multas correspondientes a todos aquellos ciudadanos que ocuparan, por ejemplo, una entidad bancaria, se opusieran a un desahucio o provocaran manifestaciones que conllevaran en consecuencia que se concentren los que protestan por una causa en espacios privados en contra de la voluntad de su propietario.
Esto no es mas que otra maniobra perfectamente estudiada por un gobierno que en esencia no cree -ni nunca ha creido-, en la democracia. Guardan las formas con una perfeccion casi absoluta, se sirven de ella para acceder al poder sin mostrar jamas sus verdaderas intenciones; porque de lo contrario, logicamente, no les votaria tal vez ni la familia y cuando acceden a la responsabilidad de gobernar -sobre todo con mayoria-, muestran su verdadera cara.
Evidentemente no se puede meter en el saco a todos, porque aunque parezca raro, tambien en la derecha hay gente con convicciones verdaderamente democraticas que no solo creen en ellas sino que la llevan a la practica. Pero estos no medran en el verdadero poder, el suyo es mas bien local o regional, pero nunca nacional. Eso es musica de otro cantar.
Resulta muy curioso que Ruiz Gallardon que aparentemente antes de ser ministro le rodeaba una cierta aureola de ser de los mas progresistas dentro de la cupula del PP se haya convertido precisamente en todo lo contrario y se nos haya vuelto de repente en alguien a quien le iria mucho mejor ir vestido de azul marino, con correajes y con el yugo y las flechas bordados en rojo en le bolsillo de la camisa. Vivir para ver. Este pais nuestro no deja de sorprendernos cuando le vemos la verdadera cara a ciertas personas.
Por cierto, para no perder la onda, otra «joya de la Corona» como Maria Teresa Fernandez de la Vega se ha blindado el sueldo -millonario por cierto- asegurandose de paso un buen plan de jubilacion. Da igual del color politico que sean ciertas personas, a la hora de la pasta uno traiciona sus ideales y lo que haga falta. Pero nadie dara cuentas ante la justicia por sus actos.