Cuando hago algún ejercicio de memoria y miro hacia atrás, recordando lo que era esta profesión hace ya mas de 33 años cuando yo empece en ella, y lo que es ahora, no puedo por menos de sentir pena, mucha pena. Confieso que no es por nostalgia. Me domina la rabia al comprobar como estamos ahora. Sumisos y callados, dispuestos a entrar por el aro a diario, llevados por las circunstancias personales de cada uno, obligados a fuerza de necesidad por esta maldita crisis a soportar injusticias todos los días. Con muchos compañeros sin mas salida que cometer ilegalidades para seguir engordando las cuentas de resultados de empresarios despiadados.
Jugandonos el pellejo en la carretera, en muchos casos, arrastrando chatarra, alguno circulando con las ruedas al limite de su uso. Otros robandole horas al sueño a base de imanes y de trampas. Soportando humillaciones por culpa de la presión a la que nos someten las grandes multinacionales de la logística, que nos tratan como a auténticos esclavos, disponiendo de nuestras vidas a su antojo, imponiéndonos horarios imposibles de cumplir, pero que somos tan tontos que, ademas, hacemos lo imposible por cumplirlos. Sumisos y callados ante las constantes rebajas salariales, insolidarios y egoístas, preocupados únicamente de nuestro yo particular, sin darnos cuenta de que nos estamos perjudicando a nosotros mismos con estas actitudes, cavando irremediablemente nuestro negro futuro.
Desanimados ante este futuro incierto, pero incapaces de dar los primeros pasos en busca de soluciones definitivas. Es mas, desanimando a aquellos a los que aun les queda algo de dignidad y se muestran dispuestos a luchar por nuestros derechos. No es que estas reflexiones pretendan ser pesimistas, por mucho que así lo parezca. Es simplemente la observación de la realidad que me rodea, del día a día en la carretera. Añorando ¿Porque no? Aquellos años pasados que yo conocí en los que esta era una profesión solidaria. Una solidaridad que parece haber pasado a ser historia. Ahora tan solo nos preocupamos de lo mas inmediato, de una supervivencia egoísta que nos impide mirar a largo plazo. No somos conscientes de que si no hacemos nada nuestro futuro estará en manos de aquellos que no se han subido nunca a un camión. Tenemos que ser conscientes de que no se consigue nada sin luchar. Solo lo conseguiremos si somos capaces de estar unidos para reivindicar los derechos perdidos y los futuros.
¿Pero ahora que? Ahora nada, si le hablas a cualquier compañero de hacer algo por nuestros derechos te miran como a un loco, o te desaniman diciendo que no vas a conseguir nada, que es mejor callar y aguantar, como mucho buscarse las alubias en otra empresa, ¿Pero en cual? ¿En otra en que las condiciones sean peores, o que te paguen unos miseros euros mas por unas peores condiciones laborales? Y así todo. Nunca he creído que rendirse sea la solución.
Pero a pesar de todo no pierdo la ilusión de que algún día consigamos cambiar todo esto, aunque sea a costa de haber perdido ya prácticamente todo aquello que tuvimos y que no supimos apreciar y conservar por la desidia de no hacer nada. Hartos de aguantar, tal vez llegara un día en el que despertemos de este letargo y decidamos cambiar de una maldita vez las cosas. Por mucho que siempre haya quien intente desanimarnos. Están surgiendo nuevas iniciativas que tienen que ser tenidas en cuenta porque intentan hacer las cosas desde una perspectiva diferente, como es el Sindicato Independiente de Conductores Asalariados. Con una nueva forma de luchar por nuestros derechos, alejada de las de los sindicatos tradicionales. Porque la paciencia tiene un limite y me temo que esta se esta acabando. ¡¡¡BUENA RUTA!!!.
Tardara, pero llegará no es cuestión de alarmarse pero todas las luchas tienen bajas y como seres humanos nos prevalece el instinto de supervivencia, pero a que precio? Al más caro de todos? Espero y ojalá no sea a mucho tardar que sigan quitandonos todo aver si un día de estos también nos quitan el miedo. Miedo a que? Quien nada tiene NADA TEME