Tal y como estamos actualmente en el transporte, hay hechos cotidianos, datos, y pruebas mas que suficientes; para decir en voz alta que esto no es dignidad. No es dignidad que estemos tirados casi, como marginados por la sociedad, en áreas de servicio y polígonos industriales, mal viviendo en la cabina de un camión en habitáculos de 2,50 metros por 1,90. Comiendo casi a escondidas de mala manera, cocinando nuestras provisiones como si fuéramos nómadas sin patria ni destino. Con los mínimos, e incluso nulos, servicios de higiene. Presos de nuestras propias circunstancias, tan solo para poder llevar unos euros a final de mes a nuestras casas.

Esto no es dignidad, ni mucho menos. Cuando tenemos que soportar continuamente situaciones humillantes. Prácticamente siempre  controlados por autoridades, empresarios, cargadores y todos aquellos que tienen su modo de vida dependiendo continuamente de nuestro trabajo. Mientras nosotros somos incapaces de hacernos valer y respetar ni como personas, ni como trabajadores. Que si, que nosotros mismos tenemos mucha parte de culpa en esto. Que nos hemos ido dejando avasallar poco a poco porque pensábamos únicamente en nuestro yo particular. Sin darnos cuenta de que hemos llegado a esta situación por no haber sido solidarios antes unos con otros. Pero no por estos errores del pasado tenemos que seguir consintiendo la situación actual.

Porque si analizamos en general el estado actual por la que atravesamos y la comparamos con la de otras profesiones; nos daremos cuenta de que la nuestra raya casi al limite las de los derechos humanos mas básicos. Parecemos apestados, despreciados por muchos y mirados como si fuéramos delincuentes. No es justo que tengamos que permanecer incluso días enteros aparcados en lugares que carecen de las mas mínimas condiciones higiénicas y de seguridad. Continuamente vigilando por nuestros vehículos y nuestras vidas. Merecemos trabajar y vivir como profesionales y personas que se suben a un camión para ganar un salario justo y acorde con el trabajo y el sacrificio que supone pasar muchos días -incluso meses- alejados de nuestra casas y nuestras familias.

Soy plenamente consciente de que todo lo que he escrito anteriormente puede herir incluso la sensibilidad de alguien. Pero si nosotros mismos no le ponemos remedio continuaremos empeorando. Tenemos que tener muy claro si por fin hemos llegado a la situación limite de decir ¡Basta!. No podemos continuar así mientras miramos para otro lado, y para colmo, la sociedad cree que vivimos de maravilla, que somos poco menos que turistas a sueldo. En lugar de valorarnos como nos merecemos. Como un sector primordial para esa sociedad, y también, para aquellas otras personas que nos humillan y desprecian a diario, que también forman parte de ella. No es de recibo que se nos trate con desprecio incluso por las que también viven diariamente de nuestro trabajo.

Así pues los pasos necesarios para recuperar la dignidad perdida a lo largo de estos años tan solo esta en nuestra manos. ¿Como? Es irónico que se pueda reunir en una palabra que todos conocemos -UNIÓN- pero que ignoramos, por mucho que se nos llene la boca pronunciándola. Porque somos incapaces de ponerla en practica. De centrarnos en el bien colectivo que supondría mejoras en general. No seria una solución inmediata a nuestros problemas, pero si un primer paso que nos llevaría a las soluciones que necesitamos. Porque no es justa esta falta de dignidad profesional y personal que padecemos. Pienso. ¡¡¡BUENA RUTA!!!.

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