CARTA A UN CHUPATINTAS

Como suele suceder muy de vez en cuando, siempre hay alguna persona que llevada, tal vez por el aburrimiento, las ganas de marcha, o ¿Que se yo? Me pica la moral con correos privados, vacilándome sobre mis artículos hasta el punto de tocarme la moral, la conversación cibernética deriva en que al final me termine por contar su vida y se queda momentáneamente cerrada con un reto de esos de: «No tienes coj… para contestarme en un artículo». Así que nada, como buen leonés, con raíces vascas, no se nos puede decir eso de ¿A que no..? Pues Manuel, tu lo has querido.

Como ves digo tu nombre, me ahorro los apellidos porque tus padres no tienen la culpa de verse involucrados en esto. Verás: Resulta -de la consulta- que por esas casualidades que tiene esta vida, trabajas en la logística de transporte de una empresa, pero después de nuestro segundo chateo-conversación me confesaste que desconocías la ley del 2006 que regula el transporte por carretera en toda Europa. Con lo cual, perdona que te diga, si como dices desconoces dicha ley, y para mas inri, encima trabajas en una empresa del sector, creo que deberías, antes que nada, decirles a tus propios padres que pagaron tus estudios con los sudores de su trabajo, que les devuelvan el dinero. Sencillamente porque les engañaron.

Básicamente porque todo aquel, menos la señora de la limpieza, que trabajara en una empresa de logística y transporte, debería saberse esta ley mejor que el Padrenuestro. Simplemente porque de ella depende no solo su futuro, sino el de su empresa. Porque en contra de lo que tu te crees, nosotros los camioneros ignorantes e incultos que tu pintas, los que según tu particular y equivocado punto de vista, llevamos una vida de puta madre, con unos camiones que son la repera porque tienen un asiento neumatico y una cabina que es la monda. Estos camioneros Manuel, si no arrancaran sus camiones cada día, si no se dejarán muchas horas de sueño, de comidas, de arriesgar su vida a diario en la carretera, por cierto donde se muere más gente al año en todo el mundo después de las guerras. Sin ese esfuerzo abnegado y callado, machacado por todos e infravalorado por la gran mayoría, tu comerias seguramente folios Din A4 aliñados con agua del grifo y para darle color al plato tendrías que añadirle tinta. Es mas llegaría un momento que ni eso, porque tambien se te terminarían los folios y la tinta ¿Lo entiendes?

Pero no solo eso, es que todo lo que gira a tu alrededor, menos el aire que respiras, todo, está en manos de una o de otra forma en manos de alguien que conduce un camión. Ahora te preguntaras a Santo de qué viene eso de «chupatintas». Decía mi abuelo Ángel que era un hombre muy sabio, que había, en aquellos años de la posguerra, tres clases de personas en las oficinas, los escribientes, los que rellenaban los tinteros y los otros, los chupatintas que eran en teoría las dos cosas pero no eran ninguna y se pasaban el día chupando la pluma buscando inspiración. Amigo mío, antes de criticar la profesión de nadie, de hablar de ella como si fueras un experto dispuesto a impartir un Máster de esos en Harward -o como se diga- antes infórmate muy bien amigo, sencillamente porque te ahorraras muchos problemas y de paso aprenderás algo mas, Ya sabes eso que dicen que: «El saber no ocupa lugar». ¡¡¡BUENA RUTA!!!.

Share on Facebook0Tweet about this on TwitterShare on Tumblr0Share on Google+0Email this to someone