Muchas veces nos tenemos que enfrentar a los típicos idiotas de turno, esos que te pueden amargar el día de entrada, un vigilante al que tenemos que dar nuestros datos antes de acceder a una empresa, un carretillero que se ha levantado con el pie izquierdo y dispuesto a putear al personal durante toda su jornada, o una administrativ@ que no tiene su mejor día. Son esas personas que con su comportamiento muchas veces prepotente y maleducado consiguen cabrearnos, después de todo cada día pintamos menos y a fuerza de ir perdiendo autoridad ya somos los últimos monos, por mucho que seamos los mas importantes en la cadena de distribución.
En este país llegara el día, si alguien no lo remedia, que se le ocurrirá al gobierno de turno que tenemos que tatuarnos el carnet de identidad en la frente. Basta con llegar a la garita de cualquier guarda de seguridad para que tengamos que dejar constancia de todos nuestros datos personales, total estamos ya tan controlados que esto no es mas que un simple tramite. Pero lo curioso es que muchas veces nos encontramos con personas que se comportan como si fueran los dueños, o los herederos directos de la empresa. Si por lo que sea tiene mal día, le caemos mal, no cumplimos alguna de las normas de seguridad, o simplemente el vigilante por el hecho de haber fracasado varias veces en su intento de formar parte de los cuerpos de seguridad del Estado, se cree en una posición de superioridad, ya comenzara mal el día. Yo he llegado a encontrarme con alguno que se creía una especie de Harry «El sucio», todo un psicópata que menos mal que no tenia un arma, porque seria de gatillo fácil. Aunque le costara medio minuto encontrar la tecla adecuada del ordenador para rellenar los datos. pero dispuesto a la bronca a la mas mínima insinuación.
Luego viene el otro elemento de la cadena, el carretillero. Muchas veces tengo la sensación de que se consideran tan importantes como para que el funcionamiento de la empresa dependa de su estado de animo. Hay pocos que realmente sepan cargar un camión, la mayoría actúan a su antojo y comodidad, algunos huyen como de la peste cuando ven un camión en el muelle, otros se toman su tiempo y marcan su propio ritmo, tal vez acostumbrados a que les tengamos que reír las gracias, bailarles el aire, o porque les gusta que les hagan la pelota. Pero si tenemos la desgracia de encontrarnos con el idiota de turno, sera otro de los que contribuirán a amargarnos el día y que nos vayamos con el consiguiente cabreo. Se toman las sugerencias como una ofensa y un desprecio hacia su profesionalidad, de la que, por supuesto carecen.
Después esta la tercera parte, la del administrativ@ de turno, muchas veces mas preocupad@s de los últimos cotilleos de la oficina que de hacer su trabajo. Vuelta otra vez a dar todo tipo de datos personales, a tener que repasar muchas veces la documentación del viaje, y marchar con la duda de si llevaremos todos los papeles necesarios. Rezar para que no se caiga el sistema informático porque entonces sera todo un desastre. Muchas veces he echado de menos aquellos años en que se hacían los albaranes a mano, o en una maquina de escribir.
Por supuesto que esto son excepciones, que hay buenos profesionales en los tres casos, pero también es cierto que el día puede ser totalmente diferente si nos encontramos con alguno de estos idiotas de turno, o si tenemos la terrible desgracia de dar en el mismo día con los tres. ¡¡¡BUENA RUTA!!!.
Cierto ademàs hay alguno que si discrepas de su forma de actuar,te amenazan,¡¡ tenga cuidao haber si se le prohibe la entrada a esta fàbrica la proxima vez!!