Seguramente el titulo de hoy le sonara a mas de un compañer@. Es mas, tiene grabada mentalmente esta frase : «Vas a dormir a la puerta de la descarga». Quien sepa un poco de que va esto del transporte por carretera le sonara -y mucho- por harto repetida. Esa que como sin querer, pero queriendo, nos sueltan jefes, empleados de la logística del transporte -la mas ilógica de todas las lógicas posibles- y todo aquellos que se creen con poder para mandar, ya no solo en nuestro trabajo, también en algo tan particular como el atrevimiento de decirnos a donde tenemos que parar a dormir.
Nosotros los camioneros, por mucho que demos la apariencia de ser tipos duros, curtidos en mil batallas -ni contar las «batallitas de bar» que contamos- siempre terminamos obedeciendo y en la gran mayoría de las veces, como dóciles ovejas, nos vamos con el camión a la puerta de la carga o descarga, paramos y allí nos buscamos la vida como podemos para aparcar, echar las cortinas, poner el despertador, o los dos como en mi caso, y allí estaremos como calvos a la hora señalada. Unas veces por conveniencia, otras forzados por las circunstancias y las mas, por no aguantar posteriores broncas por parte de aquellos que no tienen ni repajolera idea de lo que es el día a día de este trabajo.
Siempre queda el recurso, ese que te da la experiencia, de decirles a aquellos que se atreven a ordenar tu vida, que tranquilos, que si, que no se preocupen, que allí iremos. Luego lo hacemos donde mejor creemos. Aunque ahora con los modernos camiones, los localizadores gps y toda la tecnología, lo tenemos un poco mas difícil, pero no imposible. Siempre queda el recurso de la confianza ganada con tus jefes después de años de entrega laboral, incluidos la reclamación como Dios manda de los derechos adquiridos y la profesionalidad demostrada, para que confíen en ti lo suficiente como para darte la libertad de que hagas tu trabajo con mas o menos independencia y como tu buen criterio te indique.
Resulta curioso lo dóciles que pueden llega a ser las personas, sobre todo, porque en la mayoría de los casos, ni siquiera la experiencia de años, ni la confianza de la que escribía antes, son suficientes. La responsabilidad personal es la que te empuja a ese ultimo esfuerzo de dormir a la puerta, aunque no haya un servicio, ni un restaurante. Algo que ocurre en la mayoría de las veces. Con la paradoja incluida, de que muchas veces hay lugares de carga y descarga muchísimo mas seguros que las áreas de servicio, parking o gasolineras. Que estos últimos lugares ya merecen, por si solos, todo un estudio pormenorizado, ganándose a pulso, en muchas ocasiones su mala fama.
Pero a lo que quería referirme es a esa especie de sumisión adquirida y asimilada, de dejar que sean otras personas, ajenas a la profesión, las que con el paso de los años han ido influyendo de tal modo en nuestro trabajo, como para tener la capacidad suficiente de tener que ordenarnos, directa o indirectamente como debemos de disponer de nuestras horas de descanso. Todo, una vez mas -por desgracia- por la situación global generalizada de sometimiento, de hacer y callar, de murmurar solo entre dientes y soltar la mala baba justo donde no se debe. Por mucho que haya machitos que presumen de todo lo contrario, gallitos de corral de voz en grito y acciones sumisas hasta el extremo masoca.
Ademas este trabajo ya no es lo que era, ni punto de comparación a aquel año en que yo empece, entonces ni móviles ni leches, como mucho y con mucha suerte, encontrabas una cabina. Pero eras muchísimo mas libre para organizarte a tu libre criterio. Siempre, claro esta, que hicieras bien su trabajo. Que al fin y al cabo es lo que cuenta en realidad. Que el trabajo este en la gran mayoría de los casos bien hecho, la carga y la descarga realizada en tiempo y forma y con la menor cantidad posible de problemas, tanto para unos como para otros. Pero esto -como siempre- esta en manos del destino, algo a lo que confiamos nuestra vida cada segundo y sus milésimas. ¡¡¡BUENA RUTA!!!.