En esta serie de historias de la carretera es de justicia rendir homenaje a esos héroes de la carretera que aun están en ella a diario, compañeros que continúan dejándose la piel y los años en una profesión que llevan en la sangre y en el alma. Camioneros a los que todos llamamos «De los de antes». Que cada día están mucho mas cerca de esa jubilación tan merecida, que ya tendrían que haberse tomado hace años, pero que las injusticias de las leyes les obligan a permanecer agarrados al volante hasta que cumplan los 65.
Esos héroes vivos bien podrían ser – de los que conozco y a riesgo de que se me olvide alguno- Pedro Pérez, el gran Joyones (Jose Almiron), Carlos Bulnes Leon, y muchísimos otros mas que ocuparian este articulo. Camioneros por encima de todas las cosas. Ejemplos en los que deberíamos mirarnos todo, quedarnos con la boca abierto escuchándoles hablar sobre todas y cada una de sus miles de aventuras en esta profesión tan amada, y odiada a veces.
Camioneros de eso que lo son siempre, que dejan una huella, que hacen historia. Compañeros que, en justicia, deberían estar dando clases en cualquier universidad a todos los estudiantes, con cátedra propia, para hacerles ver la realidad de la vida, que, al fin y al cabo es lo que cuenta. Porque vivir intensamente aquello que se ama es la mejor carrera universitaria de la vida. Da exactamente igual que su cultura general sea poca o mucha, que escriban con mas o con menos faltas de ortografía. Porque se les entiende perfectamente, muchísimo mejor incluso que al mejor y mas culto de los oradores.
Porque Pedro Perez, Joyones o Carlos Bulnes, son MAESTROS DE MAESTROS POR ENCIMA DE TODO. Porque a diario a este juntador de palabras le enseñan algo, porque les admiro hasta caer de rodillas por su honradez, su lucha continua porque los jóvenes no dejemos nunca de luchar por la dignidad de esta profesión tan maltratada. Porque son para mi los verdaderos ídolos, los héroes anónimos de como es, y debe ser un camionero siempre. Compañeros por encima de todo. Porque les salieron los dientes al volante de un camion. Vivieron aquellos años en los que ser camionero era ser un señor y un caballero de la carretera respetado y admirado por todos los ciudadanos de a pie.
Tal y como todos deseamos que sea en la actualidad, pero que desgraciadamente se esta perdiendo por eso de las prisas y del acceso obligado a una profesión por necesidad de supervivencia de cada uno, pero que no se ama en realidad. Porque, como ya he escrito en otras ocasiones, SER CAMIONERO ES MUCHO MAS QUE UNA RELIGIÓN, SER CAMIONERO ES SERLO HASTA DESPUÉS DE MUERTO, SIEMPRE.
Seguramente, como siempre, me quedo corto, pero esta historia de la carretera de hoy es un homenaje a esos camioneros de verdad que deberían ser nuestros ídolos por encima de todo. Un abrazo para ellos y el mayor de los respetos, este esribidor se quita el sombre y se arrodilla admirado una vez mas. Para el resto ¡¡¡BUENA RUTA!!!