¡Que Dios nos ampare!, porque «la justicia» no lo hace

Ayer me contaban un suceso realmente sorprendente, si nos puede sorprender algo ya en este país nuestro. Con gran pesar me contaba un transportista como un tribunal había desestimado una denuncia que había interpuesto contra la compañia de seguros, porque esta se negaba a hacerse cargo del importe de la mercancía que le había robado del camión-

El tribunal basa los razonamientos de su sentencia en que el robo se produjo sin que el transportista tuviera en cuenta “Sus deberes elementales de custodia de la mercancía”. Vamos que, más o menos, viene a decir que poco menos que es culpa del compañero el robo por no haber permanecido toda la noche despierto vigilando la carga y que como no fue el caso, pues nada, que no dicta a favor del compañero para que la compañía de seguros se haga cargo de los costes.

Esto clama al Cielo. Ya es lo que nos faltaba por ver. Por si no fueran pocos nuestros padecimientos diarios en la carretera. Tener que dedicarle a este trabajo más de 15 horas diarias. Aguantar presiones por todas partes. De cargadores y descargadores, clientes, oficinistas que no tienen ni idea de este trabajo y todo lo demás. También cuando llegue la hora de hacer nuestro merecido descanso, tampoco podemos hacerlo porque tendremos que estar despiertos para ahuyentar a los ladrones. Porque si cometemos el terrible error de quedarnos dormidos y somos objeto de un robo, entonces será únicamente responsabilidad nuestra.

Esta incomprensible sentencia del tribunal es una muestra más de que estamos abandonados a nuestra suerte. Dejados de lado por una sociedad que no valora como se merece nuestro trabajo. Desamparados por la Ley. Todos sabemos que la gran mayoría de las áreas de servicio, restaurantes y polígonos industriales en los que nos vemos obligados a realizar nuestros merecidos descansos, carecen de las más mínimas medidas de seguridad. Que estamos permanentemente a merced de ladrones y maleantes. No podemos dormir tranquilos. Prácticamente tenemos que hacerlo con un ojo abierto. Todo esto después de agotadoras jornadas de trabajo.

Pero que no se nos ocurra tomarnos la justicia por nuestra mano en caso de intentar defendernos de un ataque o de un robo. Porque encima nos arruinaran la vida para el resto de nuestros días. Me indigna que encima, si como en este caso, alguien sufre un robo, la justicia que, se supone, está para defendernos, diga que la culpa es del transportista por no haber vigilado la mercancía. Ante este tipo de sentencia no cabe menos que preguntarse: ¿Qué hacemos entonces? Nosotros tenemos todo el derecho del mundo a descansar. No podemos hacerlo encima con un ojo abierto, pendientes de no ser objeto de robos o de ataques.

Pagamos impuestos como el resto de los ciudadanos y tenemos todo el derecho del mundo a ser protegidos en nuestra seguridad como el resto de los ciudadanos. Se pagan seguros para que cubran los posibles robos. No es justo que sean unos jueces los que liberen a las compañías de seguros de su responsabilidad en caso de un robo y dicten que no puede hacerse cargo de los costes del daño la compañía aseguradora porque el transportista no estuvo toda la noche vigilando la mercancía. ¿Pero en qué mundo vivimos?

Somos personas. Nuestro trabajo es transportar la mercancía de un lugar a otro. Realizar nuestro cometido dignamente como cualquier otro trabajador. No tenemos que ser, además, vigilantes las 24 horas. Tienen que garantizarnos la seguridad de nuestra mercancía y de nuestras vidas. No podemos continuar en esta situación de absoluta desprotección. Viendo como a diario se producen multitud de ataques y robos de mercancía, de camiones o de combustible, mientras da la sensación de que las autoridades y las leyes protegen más a los delincuentes que a nosotros, que no somos más que honrados trabajadores que luchan -y mucho- por ganarse la vida con su trabajo, ¡Que Dios nos ampare!, porque «la justicia no lo hace». Como siempre ¡¡¡BUENA RUTA!!!.